Δυο: Estúpidamente maternal

11 1 0
                                    

Tapados por la espesa sábana de la noche. La humedad desvanecida en el nuevo pueblo. La nariz seca y enrojecida. Su cabeza apoyada en mi busto, reposando sobre mi corazón. Lloraba sus penas en mí, dejaba que sus males escaparan por la pequeña ventanilla de sus ojos.
Yo no podía hacer más que acariciarlo. No podía hacer más que cantarle una nana mientras su corazón dejaba de aturdirlo y empezaba a dejarse caer en el océano de los sueños. Jamás había visto tal fragilidad en una persona. Jamás había sentido la brutal necesidad de proteger a alguien hasta el fin de mis días.

(2) Verano, deseando ser octubre.

T6th | Textos del sexto rehénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora