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—Es-espera, me duele.

—Tienes que aguantar, no será por mucho.

Cinco días habían pasado desde la llegada de Noeul a su departamento, cinco maravillosos y hermosos días.

Boss había convencido a sus padres de mandarle más dinero, le pereció extraño que no pregunten la razón, pero tampoco le importó tanto. En esos días, Noeul usaba algunas de las ropas del menor y estás le quedaban muy grandes, también usó los mismos pantalones azules porque ningún otro le quedaba, todos se resbalaban por sus piernas y aunque Noeul quisiera solo usar una camisa no podía, era invierno, había frío después de todo.

—En serio me duele mucho.

—Por eso iremos a comprar nuevos.

Boss tomó la decisión de comprarle prendas al mayor, si iba a vivir con él, quería que esté lo más feliz y cómodo posible.

—¿No puedo ir solo así?

—No, Phi. Tienes que usar los tenis, prometo que no será por mucho tiempo.

Noeul estaba sentado en la orilla de la cama mientras que Boss terminaba de atar las agujetas de sus tenis.

Noeul abrió los brazos cuando Boss se posicionó en frente de él invitándolo a acortar la distancia y que lo cargase. El menor tampoco se hizo de rogar, tomó al ojiazul de los muslos y este se sostuvo de su cuello, ya era una costumbre para ellos este tipo de acciones.

Noeul progresaba con sus piernas, a una velocidad lenta pero lo hacía, ya casi no le temblaban las piernas y podía mantenerse de pie por más tiempo pero seguía sin poder recorrer distancias largas sin que sintiera que en cualquier momento caería.

Boss levantó a Noeul de la cama y lo llevó al mueble de la pequeña sala.

—¿De chispas de chocolate o de relleno de chocolate?

—¡De chispas!

Boss río —no se ni por qué pregunté— se adentró a la cocina y tomó un paquete de galletas del estante para luego volver por Noeul.

Boss metió su billetera y las galletas a una mochila de la misma tonalidad que la cola que el ex tritón tenía. La había comprado especialmente para Noeul, el menor tenía una mochila azul y el de hebras rosadas quería su propia mochila y bueno, Boss le cumplía cada uno de sus caprichos, ese no iba a ser la excepción.

—Ten— el mayor se colocó la mochila rosada en la espalda.

Posteriormente, Boss se arrodilló en el suelo viendo a la misma dirección que el ojiazul. Noeul no necesitó de ninguna palabra como la primera vez, subió a la ancha espalda del universitario aferrándose de su cuello y el menor lo sostenía de los muslos para no dejarlo caer.

—Centro comercial, allá vamos— dijo Boss levantándose del piso.

—¡Allá vamos!— respondió emocionado Noeul cuando el menor comenzó a caminar hacia la puerta del departamento.

—¡Allá vamos!— respondió emocionado Noeul cuando el menor comenzó a caminar hacia la puerta del departamento

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Merman // BossnoeulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora