MIS MENTIRAS

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SION

Veo a Tijan en las gradas. No sé por qué está aquí; él no es conocido por venir a ver estas carreras. Es el mariscal de campo y siempre está ocupado. Destaca como una polilla en una red. Su complexión lo hace resaltar entre todos los demás chicos. Nuestros ojos se encuentran por primera vez, y mis mejillas se tornan de un rojo cereza. Aparto la mirada de un tirón; él nunca ha puesto su mirada en mí. Nunca me ha prestado atención, ¿por qué lo está haciendo ahora? Soy invisible ante sus ojos. Sé todo lo que hay que saber sobre Tijan Dezmon. Podría llamarlo pura obsesión. Sí, eso es. Soy una acosadora de nivel Dios, pero él nunca lo ha notado. Además, no es como si mi fijación fuera obvia; he hecho todo lo posible por esconder mi enamoramiento por él.

—¿Estás lista? —Kimi, mi mejor amiga y compañera, me saca de mis pensamientos.

Estamos calentando para la carrera. Estamos en el equipo de atletismo y somos corredoras. Esta será la última carrera.

—Sí, vamos.

Las dos caminamos a nuestras respectivas posiciones.

—Es extraño, nunca lo había visto venir por aquí —me dice, extrañada.

Kimi me hace señas para que mire a Tijan; ella sabe de mi enamoramiento por él y es la única que entiende mi fijación.

—Sí —concuerdo.

—Es raro, ¿no crees? Digo, él siempre está con sus amigos, y nunca, en todos los años que hemos estudiado aquí, lo hemos visto poner un pie aquí. Tal vez perdió una apuesta y este es su castigo.

Miro de reojo hacia donde está Tijan, y mi cuerpo se tensa al ver a Cary, su novia... o ex, si los rumores son ciertos. Terminaron hace una semana, pero al parecer la princesa del pueblo no está de acuerdo con eso. Aparto la vista de ellos al notar lo cerca que Tijan está de ella. Ya estoy acostumbrada al pinchazo de dolor que siento cada vez que los veo juntos.

Verlos siempre juntos era el acto más masoquista que alguien podría hacer, así que no me culpen. Aparté tanto a Tijan como a Cary de mi mente y me concentré en la pista que tenía enfrente. Esta era la carrera final, donde se nos evaluaría con una nota, y tenía que dar lo mejor de mí. Esto es lo único en lo que me destaco y soy buena, lo único que verdaderamente me pertenece. Para mis padres, nunca soy lo suficientemente buena, ni la más inteligente; todos esos elogios se los reservan para mi hermana Seren. Ella sí es la chica prodigio, la luz de sus ojos. 

A veces me pregunto si en verdad soy su hija. Quizás soy un error, o tal vez fui rescatada de la basura, y por eso recibo este trato. Nadie merece ser tratada así, pero supongo que mis padres necesitan un felpudo, y esa soy yo. 

Alejo los pensamientos oscuros y me enfoco en dar lo mejor de mí. El entrenador nos hace señas; la carrera está a punto de comenzar. Bloqueo todo lo que sucede a mi alrededor y fijo la vista en la línea de meta. Suena el pitido, y mis pies salen volando. Corro por todos mis sueños olvidados, por aquellos que nunca llegaré a cumplir, pero sobre todo corro porque es mi escape. Llego a la línea de meta seguida de Kimi. Lo hemos logrado: obtuve el primer lugar, y ella el segundo. 

Euforia. 

Felicidad. 

***

Entro a la casa con mi trofeo y una sonrisa burbujeante en el rostro.

—Mamá, papá, gané.

Mis padres están absortos en una conversación con Seren. Tres pares de ojos me observan, pero ninguno me mira con alegría. No hay gritos de felicidad, ni sonrisas, solo indiferencia. Mi corazón se marchita otra vez. A ellos no les importa; ni siquiera obtengo un leve asentimiento de cabeza, nada. Solo tienen ojos para ella, mi némesis, la que me robó al nacer su amor.

Camino cabizbaja, mi mirada en el suelo, y mi trofeo a mis pies. Esta victoria sabe amarga. Cuando estoy en mi pequeña habitación, dejo salir la presa; lloro. Me hago un ovillo en un rincón y me envuelvo con los brazos. ¿Hasta cuándo voy a seguir sufriendo? ¿Cuándo será que recibiré un poco de su amor? Después de lo que parecen horas llorando, saco mi diario secreto de un pequeño compartimiento escondido. Tomo un lápiz y hago lo que siempre he hecho: escribo mis pensamientos y todas mis mentiras.

Al escribir, me imagino un mundo diferente, donde todo es bueno, donde mis fantasías y anhelos se hacen realidad. A través de mis letras, puedo sumergirme en un mundo mejor, donde no hay dolor, solo alegría. En esas fantasías, mis padres me quieren y Tijan por fin se fija en mí. Nadie sabe lo que escribo en este diario y nunca lo sabrán; si descubrieran cuáles son mis pensamientos más oscuros, me tildan de loca. Quiero cosas que una chica de mi edad no debería; anhelo ser sometida, abusada, degradada.

¿Está algo mal en mí por desear estas cosas?

Seguro que a mis padres les encantaría saberlo, así tendrían un buen motivo para sacarme de sus vidas.

***

Después de pasar otra noche de infierno en mi casa, estar en la escuela es mi escape, y al ver cómo empieza a transformarse con las decoraciones para Halloween, me siento feliz. Esta es mi época del año. Tal vez sea porque es la única vez donde puedo ser yo misma, disfrazarme de lo que quiera y mis padres no dirán nada. También porque es el único día en el que puedo quedarme hasta tarde. No sé qué tiene Halloween que me hace sentir en paz; es como si en otra vida hubiera pertenecido a un aquelarre o a algo más oscuro. Me gusta todo lo que implica ese día: lo oscuro, lo retorcido, lo siniestro. 

Quizás sea porque en esa noche todos se convierten en sus deseos más profundos y dejan salir la oscuridad que llevan dentro. Una prueba de eso es el Carnaval Sangriento, la fiesta o evento donde solo unos pocos pueden entrar, es sumamente exclusivo y, si no tienes una invitación, no puedes entrar. Se celebra cada año y, por fin, este año me tocó a mí. Las cosas que he escuchado que se hacen ahí no parecen de este mundo. Si los adultos saben lo que pasa ahí, no les importa, porque por una noche todos y cada uno de los del pueblo pueden hacer lo que quieran.

—La tienes, ¿verdad? A ti también te llegó.  

La pregunta de Kimi me toma por sorpresa.  

La miro, y una sonrisa brillante ilumina sus labios.  

Le muestro la invitación.  

—Sí, me llegó esta mañana. La encontré en mi ventana cuando me desperté.  

Decir que mi corazón casi se sale de mi pecho cuando la vi es quedarse corto. No sé cuáles son los motivos por los que al fin recibí la invitación, pero a caballo regalado no se le mira el diente. Lo que importa es que estoy invitada, y podré ver y disfrutar de todo lo que se haga en el Carnaval Sangriento.

Kimi y yo siempre hemos querido asistir, pero nunca habíamos recibido la invitación. Lo que sí sé es que Tijan ha participado, y deseo con todo mi corazón que él lo haga este año también.

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