ROMPERLA

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SION

Esto no puede estar pasando.  

Es una de mis fantasías.  

Un sueño sucio que nunca debería salir de mi mente.  

No es real.  

Tijan no está aquí, no tiene mi cuerpo atrapado contra la pared, su mano fuerte en mi cuello, y la otra deslizándose peligrosamente bajo mi falda.  

No, no, no.  

Es mentira.  

Estoy loca, esto es un delirio.  

Sí, tiene que ser eso, porque nunca, ni en mis sueños más salvajes, él, yo... esto.  

Mi respiración se vuelve errática, jadeos entrecortados que apenas llenan mis pulmones.  

—¿Qué crees que encontraré cuando toque ahí abajo? —su voz es ronca, oscura, cada palabra cargada de una amenaza seductora—. ¿Vas a estar mojada o seca, Sion? Dímelo.  

Cada sílaba es como un golpe bajo, directo al estómago. Hay algo perverso en su tono, algo que promete cosas que no debería desear. Su mirada me devora, como si quisiera arrancarme hasta el último aliento, como si fuera a consumir cada parte de mí y no dejar nada atrás.  

Su mano aprieta un poco más, cortando el flujo de aire que entra a mis pulmones. Mi cuerpo se tensa, los temblores del miedo recorriéndome, pero... Pero en lo más profundo, ese lado oscuro que he intentado mantener enterrado, está despertando.  

Y le gusta.  

Le gusta mucho.  

—Dime, conejita. —Su aliento roza mi oído, y cada palabra es como una orden que atraviesa mi resistencia—. ¿Vas a dejar que te toque?  

Mi cabeza dice que no, pero el calor que se acumula entre mis piernas cuenta otra historia.  

—Tijan, por favor… —intento decir algo, cualquier cosa para detener esto, pero mi voz suena débil, rota.  

—Por favor, ¿qué? —responde él, burlón, sus dedos trazando una línea lenta y calculada por mi muslo—. No suenas como si quisieras que me detenga.  

Cada parte de mí debería estar gritando para empujarlo, para correr y no mirar atrás. Pero mi cuerpo traiciona cada pensamiento racional, cada fibra de moral que me quede.  
Su mano en mi cuello aprieta más, el pulgar acariciando la piel, casi suave, mientras la otra continúa su descenso, y cuando sus dedos tocan la tela húmeda de mi ropa interior, sus ojos brillan con una satisfacción oscura, peligrosa.  

—¿Lo sientes? —susurra, como si estuviera compartiendo un secreto sucio que solo nosotros conocemos—. Esto no es solo en tu cabeza, Sion. Es real. Y sabes que lo quieres tanto como yo.  

Mis labios se separan, pero no sale ningún sonido. Estoy atrapada entre el miedo y el deseo, en un juego perverso que no sé cómo terminar.  

Él baja un poco más la mano, sus dedos rozando el borde de mi ropa interior, presionando justo lo suficiente para que el calor suba por mi cuerpo.  

—Dímelo, conejita. —Su tono es bajo, imperativo, como si me estuviera retando—. ¿Quieres que pare o quieres más?  

Podría decir que no y detener esto. Pero sé que la palabra "no" no lo frenaría; al contrario, lo incitaría a seguir.  

Y aunque podría terminarlo, llevo años esperando, deseando una sola interacción con él. Así que lo tomo. Me olvido de lo que está bien o mal, de si debería sentirme culpable. Como una loca obsesionada, me conformaré con lo que sea que quiera darme. Si esto es un juego, no me importa. Nada importa ahora.  

HALLOWEEN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora