CAPÍTULO OCHO

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¿TE GUSTO?
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Saúl estaba quedándose nuevamente sin aire por el beso tan asfixiante que estaba recibiendo. ¿Está vez Saúl si debería recibir respiración boca a boca? Saúl comenzó a palmera los hombros de Raúl para que lo soltara y se diera cuenta de lo que estaba haciendo.

Al separar sus labios, estos dos se miraron a los ojos, sonrieron un momento para después comenzar a reír por lo ocurrido. Raúl reía aún más fuerte al ver a Saúl tratar de recuperar su aliento.

—¿Por qué...?

—Nunca en tu vida habías dado un beso, ¿cierto?

—El que nunca había dado un beso eres tú. Psicópata, por poco y muero, ¿Que hubieras dicho a los demás? Se murió por un beso, no jodas.

Ambos en su vida habían dado un beso.

—Entonces... enséñame a besar. —dijo sonriendo, para después hacer un pico con sus labios y cerras los ojos.

 —dijo sonriendo, para después hacer un pico con sus labios y cerras los ojos

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—¿Por qué me besaste? —exclamó Saúl tomándolo de los labios por sorpresa.

—Tú me pediste que lo hiciera.

—¿Yo? ¿Cuándo dije eso? Solo te pedí que...

—Dar respiración de boca a boca es como besar a esa persona, ¿no? De forma disimulada.

Ambos se callaron, sin dejar de verse el uno al otro hasta volver el ambiente totalmente incómodo. Después de varios segundos, uno de ellos rompió ese silencio, levantándose del suelo dirigiendo sus pasos hacia una ventana que estaba a unos dos metros de distancia. Al llegar suspiro al cielo para luego voltear a ver a su compañero a lo lejos.

—¿Quién crees qué sea el último sobreviviente? —preguntó entre una pequeña risa nerviosa.

Dió un suspiro con pesadez. —No sé... siendo sincero contigo, no veo ningúna posibilidad de que alguien de nosotros salga con vida.

—¿Tienes un motivo, persona especial, por el cual quieras salir con vida de aquí?

—Si, ese...

—Guau, nunca me imaginé que...

—¿Que tuviera una persona especial? Ya que más da.

—No vamos a morir, nadie de nosotros... —trató de animarlo.

—Se realista, Saúl, nadie de nosotros saldrá con vida. Dos de nuestros amigos están muertos y no pudimos hacer nada para evitarlo.

—¿Te vas a rendir tan rápido? ¿Vas a entregar tu vida así de fácil? ¿Qué crees que diría tu persona especial si te escuchará hablar así? No puedes dejarla atrás así Raúl. Por lo menos lucha... ¡Lucha como yo lo estoy haciendo!

Antes de que Raúl dijera o siquiera abriera la boca, Saúl se dirigió a toda prisa hacia él, tomándolo por los hombros para luego abrazarlo, diciéndole con los ojos cristalizados, apunto de derramar lágrimas, que él era su persona especial y que no podía rendirse así de fácil.

Sus lágrimas no se hicieron tardar, saliendo incontrolablemente de los ojos de ambos chicos.

—¿Por qué? ¿Por qué te tardaste tanto en decirme que soy tu persona especial? —exclamó Raúl, apretando el abrazo hacia Saúl como si se lo fuesen a quitar.

—Como iba a decírtelo, sí nunca me diste la oportunidad. Cuando trataba de acercarme para hablarte con seriedad tú me evit... Espera… esa persona especial de la cual hablastes anteriormente... ¿Soy yo? ¿Yo te gusto...? —preguntó, apartándose un poco de Raúl.

Y nuevamente, un total silencio se hizo presente, aunque esta vez solo por un par de segundos ya que Raúl rompió el silencio con una pregunta tentadora para Saúl.

—Apuesto mi vida que yo seré la persona que saldrá con vida de aquí

—Entonces... ¿aceptás?

—claro que si. Ser novios hasta que uno de nosotros muera suena convincente.

Separaron sus cuerpos y estrecharon sus manos en acto de un tratado, mirándose a los ojos, sonriendo con malicia mientras se preguntaban mentalmente quién sería el primero en morir. El primero en perder. El primero en romper el tratado.

—¿Deberíamos ir con Vladimir y Karla? O...

—¿O qué?

Antes de que Raúl pudiera contestar y soltar la mano de Saúl, este lo atrajo hacia él rozando sus narices, sintiendo sus orejas, rostros, cuerpo arder. Olvidándose que se encontraban entre la vida y la muerte.

—¿Nunca has dado un beso?

—No. Nunca he besado a nadie. Quiero que tú seas el primero en hacerlo. —dijo agitado.

Saúl al escuchar a su compañero lo agitado que se encontraba, decidió acercarse aún más de lo que ya estaba hacia él, rozando sus labios con los de Raúl, para luego acariciar el cuello de esté y plantarle un beso suave en el. La piel de Raúl se erizo e hizo despertar algo en él, y de pronto Saúl acercó sus labios a la oreja de Raúl, así diciéndole entre susurros muy bajos que el tampoco había dado un beso en su vida, así pues, comenzando a reír en voz baja.

—¿Qué tanto te haz estado aguantando? ¿Mucho, poco? —preguntó, acariciando la piel de Raúl.

—No sé, tú dímelo.

Saúl dió una risa nerviosa alejándose de Raúl, pero este no se lo permitió, pues antes de que se alejara de él, este lo intentó besar nuevamente.

—Vamos... Solo no aprietes los labios, relájate y disfrútalo. No tengas miedo.

Sus labios estaban a nada de estar juntos nuevamente, cuando escucharon la puerta abrirse, quedándose congelados, mirando con total inquietud la entrada.

EL ÚLTIMO SOBREVIVIENTE. [BORRADOR]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora