Los días habían pasado tranquilos, al menos hasta que llegó un mensajero de Byron para avisar de que su Rey se encontraba de camino a Kaelar con intención de llegar a algún acuerdo de paz.
Desde el momento en que divisaron al mensajero las cosas se tensaron un poco, pero no porque no confiasen en la verdad de las palabras de Byron, sino más bien porque tras su última visita había regado demasiada sangre.
Alpha y Nymeria se pasaban los días enteros en las murallas observando el horizonte para avisarme en el momento en que divisaran a Byron en la lejanía, entre tanto habíamos acogido al mensajero de Byron para que descansara del camino hasta que llegase su Rey.
Un par de semanas más tarde Alpha divisó a Byron y los suyos a lo lejos, lo que significaba que en un máximo de dos días los tendríamos en las murallas esperando para entrar a Kaelar.
— Doblad la seguridad en toda la ciudad, no queremos sorpresas indeseadas para cuando lleguen. — Ordenó Vaelorn a uno de los guardias.
— A la orden. — Contestó el guardia saliendo del Salón del Trono a paso ligero.
— No intentará nada. — Dije mirando por los ventanales.
— ¿Cómo estás tan segura? — Preguntó Vaelorn con los nervios a flor de piel.
— Porque sabe que puedo matarlo sin necesidad de sacar un arma. — Contesté girándome hacia él con una media sonrisa.
— A veces me olvido de lo poderosa que eres, mi amor. — Dijo Vaelorn con una sonrisa cariñosa asomando en sus labios.
En ese momento aparecieron los hijos de Alpha y Nymeria corriendo emocionados, era evidente que venían buscando órdenes para ayudarnos a recibir a Byron y los suyos.
— Tía Althaea, ¿Podemos ayudarte en algo para la llegada de los Vampiros? — Preguntó Sapphire con entusiasmo.
— En realidad sí, necesito que escoltéis al mensajero de Byron durante toda la reunión, no os separéis de él para nada y si sentís que trama algo en algún momento podéis hacer lo que queráis con él. — Contesté mirando a los cuatro lobeznos.
— ¿Lo dices de verdad? — Preguntó Ignitus sorprendido y emocionado a partes iguales.
— Completamente, el mensajero queda a vuestra merced niños. — Contesté guiñándoles sin dejar de sonreír.
— ¿Estás segura?, estos cuatro pueden llegar a ser más despiadados que sus padres. — Dijo Vaelorn mirando al mensajero que se encontraba en la otra punta de la sala con cara de pena.
— Precisamente por eso se lo dejo a ellos, porque sé que cumplirán las órdenes con gusto, mi vida. — Contesté con una sonrisa maliciosa.
Dicho aquello los cuatro lobeznos se acercaron al mensajero y se colocaron a su lado, desde dónde me encontraba pude ver cómo se le desencajaban los ojos por la sorpresa y el miedo de tener a cuatro lobos vigilándolo.
— Serán tus guardianes hasta que se haya firmado la paz. — Dije con un tono que no admitía discusión con la vista clavada en él.
— Gracias majestad, será un honor para mí tener su compañía. — Contestó él con una sonrisa nerviosa.
Tras observar las reacciones del mensajero ante mis palabras, me percaté de que Vaelorn me observaba con una sonrisa orgullosa en el rostro sin apartarse de mi lado.
— Creo que los niños estarán de acuerdo conmigo en que eres aterradora y fascinante a partes iguales. — Dijo Vaelorn sin apartar los ojos de mí en ningún momento.
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El Lord de Sangre [La Princesa de las Tres Coronas 3]
FantasyTras todo lo ocurrido, con tantas pérdidas significativas para Althaea y los suyos, ¿Logrará Althaea poner fin a la Gran Guerra de una vez por todas?, ¿Logrará Ethel vengarse por el estado en que la dejó Althaea tras su último encuentro?, ¿Qué será...