Capítulo 1: El inicio de una nueva Guerra.

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Horas después de divisar los tres frentes que venían en nuestra dirección, el grupo de Ethel se perdió de vista.

Conociéndola como la conozco, lo más probable es que ella y sus Brujas hayan retrocedido hasta algún punto elevado desde el que puedan controlarlo todo sin necesidad de intervenir hasta que Ethel tomase la decisión de hacerlo.

Los hombres lobo habían colocado telas por todas las copas de los árboles, para tapar el sol y que de esa forma los vampiros tengan libertad de movimiento, lo que nos complicaría las cosas a la hora de librarnos de ellos por el sol.

El desgraciado de Byron se las había ingeniado bien para que los hombres lobo montasen todo aquello en tan poco tiempo. No tenía más opciones, quemar las telas no era buena idea, por lo que tendría que pensar una solución sobre la marcha.

Subí a las murallas de Kaelar para tener una mejor visión de lo que nos rodeaba, deberíamos dividir al ejército como habíamos planeado desde el principio para poder cubrir tanto terreno.

Vaelorn no tardó en alcanzarme para hacerme compañía mientras estudiábamos todas las posibilidades, sus ojos se movían con rapidez por el terreno que teníamos delante como si buscasen algo o a alguien.

No necesité preguntar para saber qué era lo que buscaba con tantas ganas, pues sus ojos entrecerrados analizaban todo en busca de Byron y no pararía hasta dar con él.

Con Ethel y las Brujas fuera del terreno por el momento, toda la atención de Vaelorn estaba puesta en el Vampiro que me había tenido retenida durante meses, el mismo que me había torturado cada día desde que me llevó a Oradale.

Esos ojos de color violeta brillaban de un tono oscuro, con unas hermosas betas doradas que le salían cuando las emociones eran demasiado fuertes para poder controlarlas por sí mismo.

Era tal la concentración de Vaelorn, que de inmediato supe que cuando logre encontrar a Byron entre aquellos árboles se tiraría de cabeza en su dirección sin importar la distancia que les separase, ni todas las criaturas que se interpusieran entre ellos.

Teniendo en cuenta la gran visión que poseía Vaelorn, puedo decir con seguridad que es cuestión de tiempo que logre dar con él. Por lo que me giré en busca de Melusina y en cuanto mis ojos se encontraron con los de ella asentí con suavidad, Melusina rápidamente entendió que había llegado el momento de colocar las tropas en su sitio.

Dejé que Vaelorn escrutase el bosque en el que se escondía el enemigo mientras yo me giraba en la dirección contraria para poder mirar hacia la ciudad que esperaba mis órdenes, respiré hondo y sin necesidad de hablar solo con mis gestos entendieron lo que tenían que hacer.

El atardecer estaba siendo hermoso, pero estábamos a escasos minutos de que el sol se pusiese por completo, lo que daría comienzo a esa Guerra que llevábamos tanto tiempo esperando acabar.

***

Momentos después de ordenar a todos tomar posiciones como habíamos practicado en los últimos días, percibí por el rabillo del ojo un movimiento repentino.

Al girarme nuevamente Vaelorn ya no estaba allí, había saltado la muralla con agilidad y había caído al césped con su característica elegancia. No tardó en alzar la cabeza hacia algo que por algún motivo yo no lograba ver, pero sin necesidad de ver quién era, lo supe por el escalofrío que recorrió cada centímetro de mi cuerpo, se trataba de Byron.

La postura de Vaelorn dejaba claro que aquello no iba a ser un juego del que Byron lograría salir ileso a la primera, pero eso no era todo pues su aura brillaba de una forma muy siniestra.

Una flecha salió disparada de entre los árboles, pero Vaelorn la esquivó con un grácil movimiento como si de una hoja muerta se tratase.

No necesité nada más, grité dejándome la garganta en el esfuerzo para hacerle saber a las tropas que era el momento y todos se pusieron en movimiento.

El Lord de Sangre [La Princesa de las Tres Coronas 3]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora