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Sofía Colucci

- Sofi - me llamó desde el marco de la puerta del baño - ¿hoy si voy a poder dormir contigo? - preguntó con timidez.

Me giré hacia el, sorprendida por su pregunta. Después de nuestra plática todo estaba más relajado entre nosotros, pasamos toda la tarde compartiendo con su familia, hablándonos como siempre, aunque el aún se mostraba inseguro cuando se trataba de acercarse a mi.

La expresión en su rostro era una mezcla de esperanza y vulnerabilidad, como si temiera mi respuesta.

- Si no quieres está bien, yo puedo irme al...

- Gab - lo interrumpí con voz suave - claro que sí - respondí sonriendo para darle seguridad - hoy podemos dormir juntos.

Una sonrisa aliviada se dibujó en su rostro mientras se acercaba a mí.

- Gracias, amor - murmuró abrazándome con fuerza - te espero en la cama, ¿si? - dijo separándose lentamente

Asentí con la cabeza y dejó un beso en mi frente antes de salir del baño.

Minutos después salí encontrándomelo acostado en la cama, con su mirada fija en el techo. El, al verme sonrió suavemente palmeando mi lado de la cama.

Me acerqué con una sonrisa tímida y me acosté a su lado, sintiendo la calidez de su cuerpo cuando me rodeó con sus brazos. Nos acomodamos en silencio, mientras su mano acariciaba mi brazo suavemente, y yo me acurrucaba en su pecho.

- Te extrañé mucho anoche, Sof - murmuró después de un momento.

- Yo también, Gab - susurré de vuelta.

Nos quedamos así, en silencio, solo disfrutando de estar juntos sin la necesidad de decir nada más.

- Mi amor, ¿estás llorando? - preguntó con voz suave intentando verme.

Negué con la cabeza hundiéndome más en su pecho. Sentí su mano deslizarse hasta mi rostro, acariciando mi mejilla.

- No tienes que guardártelo, mami - dijo en un susurro - puedes decirme lo que sea.

Tomé una respiración profunda, tratando de evitar que mi voz temblara. Sabía que quería ser fuerte, pero el simple hecho de estar en sus brazos me hacía sentir segura y, a la vez, vulnerable.

- Es solo que... tenía mucho miedo de no volver a estar así contigo.

Gabriel me rodeó con fuerza, como si en ese abrazo intentara ahuyentar cualquier temor que aún pudiera quedarme.

- Lo siento, mi amor - murmuró, su voz llena de arrepentimiento - nunca quise que te sintieras así, jamás.

Sentí sus labios presionarse suavemente en mi cabeza, su calidez me reconfortaba, disipando un poco el miedo que aún quedaba en mi.

- Sé que estás aquí ahora, pero... por un momento pensé que lo nuestro de verdad había terminado y me dio mucho miedo.

- No puedo imaginar mi vida sin ti, Sof - dijo con voz temblorosa - no quiero que nunca más tengas que sentir ese miedo. Sé que me equivoqué, y no quiero volver a hacerte pasar por algo así.

Sentí cómo su sinceridad se filtraba en cada palabra, y una parte de mí se sintió más ligera al escucharlo. Saber que él también temía perder lo que teníamos, que estaba dispuesto a luchar por nosotros, me devolvió la calma.

- Te prometo que tu y yo vamos a estar juntos para siempre, mi amor - habló con voz suave y firme a la vez.

- ¿De verdad? - pregunté mirándolo a los ojos.

Ya Corazón | Gabito BallesterosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora