Revelación.

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Río y Agatha se encontraban en un pequeño bar en el centro de la ciudad. La música vibrante llenaba el aire, y las luces parpadeaban al ritmo de melodías en onda. Río, con su energía contagiosa, tomó la mano de Agatha y la condujo a la pista de baile.

Al principio, Agatha se sintió un poco insegura, pero la sonrisa de Río y sus movimientos  la hicieron enfocarse en el presente. Con cada giro y paso, se dejó llevar por la música, sus preocupaciones se desvanecieron. El calor del lugar y la risa de los demás danzantes  creaban una atmósfera mágica.

Río la guió con gracia, y Agatha comenzó a disfrutar del momento. Las dos se movieron al unísono, como si la música las uniera. Cada paso de era un diálogo entre ellas, una conexión que se profundizaba con cada vuelta.

 Río miró a Agatha con intensidad. Movía las caderas al ritmo de la música. Río estaba muy borracha

Finalmente, la canción llegó a su fin, y Río, con una sonrisa, inclinó la cabeza hacia Agatha dándole un beso en el cuello. Pocas eran las veces en las que la muerte perdía el control. Ella se sintió llena de alegría y agradecimiento, no solo por el baile, sino por la forma en que había aprendido a liberarse y disfrutar del presente.

La noche continuó, pero aquel momento quedó grabado en sus corazones.

Agatha la sostuvo en sus hombros y la llevó afuera.

―Ya te regañaré mañana por beber tanto. – Exclamó Agatha mientras la subía a un taxi.

Río permaneció todo el viaje callada

―Parece que su amiga la pasó muy bien. – Comentó el conductor mientras conducía

―Es una buena chica, pero no sabe medir los tragos. Piensa que son agua.

El conductor se rió sonoramente y Río sintió una pizca de celos invadirla, al escuchar la risa de Agatha también. Tenía el impulso de matarlo solo porque había hecho reír a su Anggie.

―¡Oye concéntrate en el camino y no en la conversación! . -Exclamó Río, quería darle una patada al asiento, pero se contuvo

El conductor miró por el retrovisor y se enfocó en los ojos de Agatha. Sonrió. Río quiso sacar su daga y cortarlo allí mismo, pero no la llevaba consigo.

En un arrebató tomó la mano de Agatha y comenzó a llenarla de besos desde la palma hasta el brazo. Solo para incomodar al que manejaba.

―Querida, no es un buen momento. -susurró Agatha para hacerla entender.

El chico carraspeó informándoles que habían llegado a su destino

Agatha había sacado el dinero para pagar, pero Río la detuvo. Sacó de su cartera un billete de mayor denominación y se lo entregó al muchacho.

―Que tengas una buena noche.

Río no acostumbraba ser generosa, pero sabia que el tiempo del hombre estaba contado, solo por mirar con ojos de deseo a la mujer incorrecta. Con magia había cortado los frenos del auto para que el conductor se estrellara.

Bajó del auto y besó a Agatha tomándola del trasero.

―Es la última vez que le sonríes al conductor. -Expresó Río, dándole espacio para respirar.
―Eres solo mía Agatha Harkness. Espero que te quede claro. -Le dio una nalgada

Río podía ser demasiado posesiva a veces, pero era una buena persona cuando estaba de buenas y muy muy buena en la cama.

―Si, mi general. – Dijo Agatha abriendo la puerta de la casa. Nicholas aún estaba despierto con la niñera en turno así que las recibió en la entrada.

―¿Qué huele tan mal?. – Expresó el pequeño tapándose la nariz con las manos.

―Río se alocó con los mojitos… -Dijo Agatha

―Mami, debes tomar una ducha. -Era la primera vez que Nicholas la llamaba mamá. Río se sintió muy vulnerable y comenzó a llorar. Se habían vuelto una familia extraña en tan poco tiempo.

―Adoro a mi pequeño.- expresó acorralándolo para darle un beso en la mejilla.

―Muy bien chica ebria. Es hora de que duermas un poco. -Dijo Agatha despidiéndose de la niñera y su hijo, llevando a Río a la habitación que compartían.

―Agatha.. -Río golpeó la cama para que Agatha se acostara junto a ella ―Necesito que sepas algo importante. -Estaba por decirle que en realidad era una circunstancia inevitable.

―Lo sé Río. Solo querías liberarte del trabajo, lo entiendo.

―Es mucho más que eso.

Se pasó la mano sobre el rostro quitando la máscara que la cubría. Agatha se hizo hacia atrás por instinto. Pensaba que estaba alucinado pues veía los huesos de río y una cara calaverica. Río volvió a pasar su mano cubriendo su rostro.

―Yo soy la persona que lastima a nuestro hijo. -Susurró. ―Le he comprado tiempo tantas veces que ya no puedo hacerlo más. -Expresó llorando.

Agatha no entendía mucho. Estaba distante y asustada.

―Cuando te enojas explotan cosas no porque tengas mala suerte sino porque tienes magia. -Dijo Río de pronto

Agatha pensó que alguien había puesto una droga en sus bebidas. Se llevó la mano a la cabeza.

―Creo que estoy muy drogada. – Expresó. -Te estoy viendo un poco extraña

Río se levantó y se mostró tal cual era. Con un vestido largo con apertura en la pierna y aquellas alas enormes

―Te prometo que no sufrirá y que no volverás a saber de mi hasta que llegue tu momento. -Expresó Río antes de chasquear los dedos y desaparecer.

Agatha quedó con la boca abierta. Río no sólo era un ser sobre natural sino la mismísima muerte.

Destellos de esperanza: El rescate de Agatha Harkness. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora