El ruido de risas descontroladas y murmullos burlones llenaba el aire, un coro de desprecio que retumbaba en mis oídos. La luz parpadeante de la habitación iluminaba sus rostros, distorsionando las expresiones en muecas grotescas. No podía evitar mirar los ojos de aquellos que me rodeaban; eran pozos oscuros de maldad que reflejaban su complacencia al verme sufrir.
Sentí el sudor frío deslizándose por mi frente, y el sabor amargo de la desesperación se instaló en mi boca. Intenté retroceder, pero la pared fría me detuvo, y me di cuenta de que no tenía escapatoria. Cada vez que intentaba hablar, las palabras se ahogaban en mi garganta, atrapadas por un nudo de terror y vergüenza.
Las manos temblorosas se aferraron a mis brazos, como si intentara anclarme a la realidad, pero ellos no dejaban de avanzar, lanzando insultos que se clavaban en mi piel como espinas. —Eres un error—, resonó una voz familiar que creí haber olvidado, la misma que había moldeado mi inseguridad durante años. Mi mente se llenó de recuerdos de aquellos momentos en los que había sido rechazada, en los que había creído que nunca sería suficiente.
Una sombra oscura se proyectó sobre mí, y al levantar la vista, vi a una figura que se destacaba entre la multitud: una versión distorsionada de mí misma, riendo y señalándome, como si disfrutara de mi humillación. El horror se apoderó de mí al darme cuenta de que no solo estaba siendo atacada por los demás, sino también por mi propio reflejo, el eco de todas mis inseguridades.
El frío se intensificó, y sentí que el aire se volvía más denso, como si la atmósfera misma se burlara de mi existencia. Las palabras se convertían en garfios afilados que desgarraban mi alma, y yo estaba atrapada en un ciclo interminable de dolor. Cada golpe, cada grito, se acumulaban en mi pecho, y pensé que podría explotar en un millón de fragmentos.
De repente, una de las figuras se acercó más, y era mi padre, el creador de todas mis inseguridades , traumas y miedo . Su sonrisa burlona se transformó en un rictus de odio mientras decía:
—Fuiste y eres un gran estorbo ,algo que nunca debió nacerEl aplauso de la multitud se convirtió en un sonido ensordecedor, y en mi mente, una pequeña voz empezaba a susurrar que tal vez no merecía estar aquí, que tal vez toda esta tortura era el castigo justo por ser quien era. Con cada latido de mi corazón, el eco de su desprecio se volvía más fuerte, y sentí que la oscuridad finalmente me atraparía, llevándome a un abismo del que no podría escapar.
La figura de mi padre se volvía cada vez más amenazante, su sombra alargándose en la penumbra, como si cada palabra hiriente que pronunciaba se materializara en un tentáculo oscuro que buscaba envolverme. Su sonrisa, antes familiar, se había transformado en un símbolo de mis inseguridades, cada rasgo distorsionado por la burla y el desprecio. La multitud, ahora un mar de rostros indistinguibles, se reía, cada risa como un dardo que me atravesaba el pecho.
Sentí que el aire se volvía denso, como si una presión invisible me aplastara. Los murmullos se unían en una cacofonía que resonaba en mi mente, cada palabra un recordatorio de mi insignificancia, retumbaba en mi cabeza, un mantra cruel que no podía ignorar. La angustia se apoderaba de mí, un nudo en mi estómago que se apretaba cada vez más, y el sudor comenzaba a brotar de mi frente, empapando mi ropa.
La oscuridad me rodeaba, y en medio de ella, sentí que me desvanecía, que me convertía en un susurro, en una sombra que nadie recordaría. La desesperación me llevó al borde del abismo, un lugar donde la luz se extinguía y la soledad era la única compañía. Quería gritar, pero mi voz se había perdido entre las risas burlonas, y el temor se transformaba en una realidad palpable, un peso que me hundía más y más.
De repente, un grito desgarrador salió de mi garganta, pero no fue suficiente para romper el hechizo. En ese instante, la oscuridad se abalanzó sobre mí, envolviéndome por completo, y sentí que caía, cayendo sin rumbo, como si nunca pudiera tocar el fondo.
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Rota....?
Teen FictionAmy siempre había sido una niña curiosa y llena de vida, pero su infancia dio un giro trágico a los 10 años, cuando su mundo se desmoronó en un instante. La noche del crimen, el eco de un grito desgarrador resonó en la casa, seguido por un silencio...