Era 1996, y en una pequeña ciudad, Aquino pasaba sus días en el videoclub de su barrio, donde trabajaba a tiempo parcial. Era un lugar colorido, lleno de estantes repletos de VHS, con carteles de películas clásicas pegados en cada rincón. Allí se sentía como en casa, disfrutando de las charlas con los clientes y las tardes tranquilas, rebobinando cintas para dejarlas listas. Los días eran tranquilos, hasta que un día, Anthony entró por la puerta.
Anthony era el típico chico de los 90: con su chaqueta de mezclilla, zapatillas Converse y un walkman al que parecía pegado. Con sus auriculares puestos, entró al videoclub sin percatarse de que Aquino estaba observándolo desde el mostrador. Era guapo, enigmático, y tenía ese aire de despistado que Aquino encontraba irresistiblemente gracioso. El intentó ocultar su sonrisa cuando él comenzó a deambular entre los pasillos, claramente perdido.
Al notar su desconcierto, Aquino se acercó y le preguntó: "¿Puedo ayudarte a encontrar algo?" Anthony se quitó los auriculares y, con una sonrisa torpe, respondió: "Bueno... estoy buscando algo para impresionar a mi hermana. Me pidió una película 'de las buenas', y ahora no sé ni por dónde empezar."
Aquino soltó una risa. "¿De las buenas, eh? Puedo recomendarte 'Jurassic Park' o quizás algo de suspenso, como 'The X-Files'." Anthony hizo una mueca y murmuró: "Creo que mejor algo de romance... pero sin que sea muy cursi. No quiero parecer débil."
Aquino levantó una ceja, divertido. "¿Sabes que no necesitas impresionar a tu hermana con una cita, cierto?" bromeó. Anthony se rió y, un poco ruborizado, confesó que en realidad buscaba una excusa para pedir su número. Ambos se sonrojaron, y entre risas, Aquino le recomendó la película "10 cosas que odio de ti". "Es romántica y divertida, como tú parece que buscas."
A partir de ese día, Anthony regresó cada semana, con la excusa de devolver alguna película que "se había dejado en casa" o de preguntar si había novedades. Las charlas entre ellos se hicieron más naturales y llenas de risas, especialmente cuando Aquino descubría que Anthony era un desastre total en cuanto a películas románticas. Había devuelto "10 cosas que odio de ti" diciendo que era demasiado "poderoso" para él. "¿Poderoso? Es una comedia romántica", se burlaba Aquino. Pero cada vez que lo veía entrar al videoclub, su corazón latía un poco más rápido.
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Un viernes por la noche, Anthony apareció en el videoclub con un VHS en las manos y una sonrisa enigmática. "Traje algo especial para ti", dijo, dejándole el casete en el mostrador. Aquino lo miró intrigado, con las cejas levantadas. "¿Qué es esto? ¿Una sorpresa?"
"Sí. Bueno, es mi primera película 'romántica'. Me atreví a hacerla, especialmente para ti. Pero tienes que verla conmigo." Aquino, curioso y emocionado, aceptó su invitación. Cuando el videoclub cerró, ambos se acomodaron en la trastienda con una pequeña TV de tubo, listos para ver la "obra maestra" de Anthony.
El video comenzó y, para sorpresa de Aquino, era un montaje de clips de sus momentos juntos en el videoclub, mezclado con escenas de películas románticas, con frases torpes que Anthony había grabado sobre ellas. De fondo sonaba una canción de los Backstreet Boys. Aquino no podía dejar de reír. Anthony se sonrojaba y reía a su lado, pero al final del video, con una sonrisa, se puso serio y le dijo: "Sé que soy un desastre en esto de las citas, pero... ¿te gustaría tener una conmigo?"
Aquino, aún con los ojos brillantes de tanto reír, asintió. "Pero solo si prometes no pedirme películas para tu hermana de nuevo", bromeó.
Y así, entre risas, películas y los sonidos de una época llena de música pop y walkmans, Aquino y Anthony comenzaron un amor que, como el buen cine, siempre quedaría en sus recuerdos.
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