La vida de Aquino era un torbellino. Siempre había sido el más organizado, el que tenía todo bajo control, pero cuando se enteró de que su madre había sido diagnosticada con una enfermedad grave, su mundo se desmoronó. La rutina diaria que tanto valoraba se volvió un caos de hospital, medicamentos y decisiones difíciles. A pesar de sus esfuerzos por mantener una fachada fuerte, por dentro sentía que todo se deslizaba entre sus dedos.
Fue en uno de esos días oscuros cuando conoció a Shadoune. El estaba sentada en una sala de espera del hospital, mirando el reloj mientras su mente se sumía en un mar de preocupaciones. Él se sentó a su lado con una sonrisa que, aunque no esperaba, iluminó su rostro cansado. "¿Es este el momento en que se vuelve a contar el chiste del médico?", dijo con un tono juguetón. Aquino lo miró, sorprendido por su audacia en un lugar como aquel, y, a pesar de la tristeza, no pudo evitar sonreír.
Así comenzó una conexión inesperada. Shadoune estaba en el hospital porque su abuela también estaba enferma. Compartían miradas, risas nerviosas y, poco a poco, se dieron cuenta de que su amistad florecía entre las paredes frías del hospital. Sus conversaciones pasaron de ser simples distracciones a confidencias profundas. Aquino le habló sobre su madre, sus miedos y la sensación de que estaba perdiendo el control. Shadoune, a su vez, compartió sus propias luchas y cómo enfrentaba la tristeza a través del arte, la pintura.
Con el paso del tiempo, Shadoune se convirtió en un rayo de luz en la vida de Aquino. A pesar de su dolor, su risa y su pasión por la vida le ofrecieron una nueva perspectiva. Sin embargo, el día que su madre fue internada en cuidados intensivos, Aquino sintió que el mundo se le venía abajo nuevamente. Él se alejó de Shadoune, tratando de protegerlo de su tristeza, pero él no lo permitió. Lo encontró sentado en un rincón del hospital, con los ojos llenos de lágrimas.
"Toma mi corazón", le dijo, mientras se sentaba a su lado. "No estoy aquí solo para reírme contigo. Estoy aquí para todo lo demás también." Aquino se sintió abrumado. ¿Cómo podía aceptar algo tan profundo en un momento tan oscuro? Pero en su mirada, vio sinceridad, un amor incondicional que le ofrecía refugio.
Con la voz temblorosa, Aquino le respondió: "No sé si puedo. Tengo miedo de que este corazón se rompa de nuevo." Shadoune sonrió suavemente. "Las cosas pueden romperse, pero también pueden repararse. Lo importante es que nunca estás solo en esto."
Esa noche, mientras las estrellas brillaban sobre la ciudad, Aquino permitió que Shadoune le sostuviera la mano y lo guiará a través de sus emociones. Se dio cuenta de que no necesitaba ser fuerte todo el tiempo. Podía compartir su dolor y abrir su corazón a alguien que realmente le importaba.
Los días pasaron y, aunque la situación de su madre seguía siendo crítica, Aquino comenzó a encontrar consuelo en su conexión con Shad. Juntos, se apoyaban, intercambiando risas y lágrimas, y convirtiendo cada pequeño momento en un recuerdo significativo.
Un día, mientras se sentaban en un parque cercano al hospital, Aquino miró a Shadoune y, con voz firme, le dijo: "Toma mi corazón, porque a partir de ahora, quiero que seas parte de mi vida, pase lo que pase." Shadoune sonrió, sintiendo que su propia carga se aligeraba al saber que Aquino había decidido abrirse a él de una manera tan sincera.
A partir de ese momento, su amor se convirtió en un refugio en medio de la tormenta. Aquino aprendió que, aunque la vida podía ser dolorosa, siempre habría un espacio para la esperanza y el amor. Y mientras su madre luchaba por recuperarse, Aquino y Shadoune se prometieron apoyarse mutuamente, llevando consigo los corazones del otro, aún en medio de la tristeza.
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Esta va a ser la última historia de este libro traumaditos, hasta que me vuelvan las ideas porque ya no se me ocurre nada.😔
El de Falofilia lo voy a terminar y también tengo pensado en adaptar una historia que se llama "Sexomania" lo pensaré bien y les digo si lo haré o nel, ataque de besitos traumaditos.
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