XVIII.

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Pienso cada día, pienso en mi vida, en lo rápido que pasa el verano, en que no quiero que acabe, en que quiero pasar lo que quede haciendo lo que me de la gana, pienso en todo, pienso en ti.
Ahora estoy feliz y, ¿qué mas dá si en el pasado la cagué o si en el futuro la volveré a cagar? No me queda otra que olvidar el pasado y esperar el futuro, sin embargo, vivir el presente.
Así que pienso en mi presente, en mis ganas de recorrer con las yemas de mis dedos cara poro de tu piel mientras desnudo tu mente buscando un pequeño mundo lleno de sentimientos al descubierto listos para que yo los husmeé.
En cómo voy recorriendo tu cuerpo, trocito a trocito, milímetro a milímetro, escalando por tus costillas mientras desemboca un río de saliva en tu ombligo.
En cómo te sé de memoria y cómo te rozo sin ni siquiera mirarte, en las noches que me pasaría de estudio contínuo entre mis manos y tu piel.
En cómo te sorbo la saliva con el contagotas de mi lengua, y en cómo te quitaba la mirada para darte la mano y llevarla al final de mi espalda.
En cómo reconoces que he sido lo mejor que ha pasado por tu cama, y por tu mente, sabiéndote cada molécula que compone mi cuerpo.
'En cómo te hice el amor antes de conocerte'.
Ahora decides tú,
¿quieres que siga pensando en ésto o que lo ponga en práctica de nuevo?
Sin duda, pasaría cada día de no sólo mi verano, sino de mi vida haciéndolo hasta que me canse, te canses tú, o me des motivos para cansarme. Pero como he dicho, el futuro no ha llegado, y como en el presente no me das motivos, pienso seguir y seguir hasta conocerte entero, y esta vez, saberme yo cada molécula que compone tu increíble cuerpo y tu apetitosa piel.
Te prometo que durante este período de tiempo, pienso hacerlo de manera increíblemente perfecta, admirando esta perfecta imperfección que componen las moléculas que chocan en la unión de nuestros cuerpos juntos.

Bipolar adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora