VI.

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Frustada, encima de la cama. Estoy cansada, pero no tengo sueño, puede que esté cansada de la vida, puede que esté cansada del universo, de los alienígenas, del planeta Tierra, de los organismos que lo componen y sobre todo de las situaciones que provocan dichos organismos.
Y entonces pienso, ¿qué haría ahora?
Puede que me fuese al campo, a correr, con mis mallas, mi deportivas, mi sudadera con la capucha puesta, mis cascos, y mi precioso y maravilloso rap. Sí, definitivamente haría éso, correría a mi paso trote perdiéndome por los caminos en modo aventura, respirando hondo; yo, sóla, con mi rap, con mis imperfecciones, con mis pensamientos; yo, con mi compleja y bonita rayadura.
Seguría corriendo sin preocuparme de a qué lugar me dirijo, mirando al suelo, viendo cómo pequeños organismos hacen su vida, cómo las hormigas buscan comida, cómo el oxígeno entra en los poros de la tierra, cómo vuelve a crecer la hierba.
Cuando me cansase me tumbaría encima de la hierba, a mirar el cielo, a mirar cómo parece que se mueven las nubes, cómo parece que el Sol te sigue cuando somos nosotros quiénes giramos a su al rededor.
Simplemente me quedaría ahí, tumbada en la hierba, observando el cielo, observando si habrá vida allí lejos, en otros planetas, si sería interesante flotar por la gravedad del espacio, si allí en otros planetas hay mas lunas, si allí los años pasan más despacio en lugar de más rápido como en el espacio y si allí me da tiempo a disfrutar cada día más lento y más eterno y fructífero.
O tal vez, contemplando una preciosa puesta de Sol que se refleja en un lago, no sé, todo me parece perfecto.
Yo, sola, con mi cuerpo tumbado en la hierba, con mis cascos, con mi rap, con mis pensamientos, con mi cielo, con mis nubes que se mueven y mi Sol que me sigue; yo, con mi maravillosa rayadura.

Bipolar adolescenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora