Capítulo 1: Alimentando al monstruo

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En una habitación poco iluminada se podía ver a cierta vampiresa de baja estatura y cabello corto sentada en un banco pequeño mientras giraba mirando al techo, a su alrededor había un gran número de dibujos y pinturas puestas en las paredes y algunos caballetes, algunos solo sostenían lienzos u hojas vacías pero en su mayoría estaban llenas de dibujos y trabajos hechos con un nivel exquisito, en ellas se representaban varios escenarios, sin embargo había una constante, al menos el 80% de estas tenía representado a una persona, aquella vampiresa no es otra que Alice, quien ahora tiene 101 años de edad, y la persona que en sus pinturas ha plasmado no es otra que Goyu Tokita, pero Alice no sabe esto, pues solo dibuja y pinta con base a sus visiones.

En sus dibujos y cuadros se puede apreciar al oji purpura en diferentes situaciones, en algunas está solo, variando en vestimenta y paisajes mientras que en otra se encuentra acompañado de la chica pelinegra de ojos especiales, como le gusta a ella llamar, en otras se le puede ver junto a ella y por último en varias más se le aprecia al lado de la chica rubia angelical de ojos dorados, la cual ya conoció hace 72 años, y su nombre, es Rosalie, los recuerdos de Alice sobre la noche en la que se conocieron son tanto preciados como repudiados, pero eso no es importante para ella ahora, pues en estos momentos acaba de entrar en unos de sus típicos trances donde es testigo de una nueva visión.

Una sonrisa apareció instantáneamente en el rostro de Alice y entonces se levantó bruscamente al tiempo que se dirigía a un caballete preparado y tomando un pincel se dispuso a pintar con prisa, el ruido que hizo al levantarse fue bastante ya que incluso tiró el banquito algo lejos, lo que llamó la atención de los ocupantes de la casa en la que se encontraba, pero sinceramente nadie le tomó tanta importancia, no es que no les importe, es que sucede tan seguido que es completamente común para ellos que ella haga eso, Alice siempre fue intensa, vibrante y alegre y no se preocupaba mucho por tenerlo todo en orden al instante.

Sin embargo, hubo uno de los integrantes que sí acudió al ruido, no era otro que la misma Rosalie, ella siempre estuvo al pendiente de las visiones de la mujer de cabello corto desde que la conoce habiéndole profetizado que algún día formaría parte de una relación polígama con ella y otras dos personas más. Su historia con Alice es extensa al igual que sus motivos para seguirla y la mayor parte de su vida inmortal la pasó acompañada de ella siendo mejores amigas, vivió muchas cosas a su lado y vio cada uno de los dibujos y cuadros de su amiga aparecer, y con cada cuadro y dibujo más se volvía curiosa y expectante con respecto a esta futura relación.

Rosalie subió las escaleras y se dirigió al estudio de su mejor amiga, abrió la puerta con una sonrisa y ahí la vio, con la sonrisa más grande que ha mostrado hasta ahora, otro poco más y se rompería el rostro. -Hey hey hey, cuidado con esa expresión o tendrás grietas permanentes-, Rosalie dijo con diversión y entonces vio finalmente lo que estaba pintando, otra vez el mismo hombre japonés encantador y esa mujer de ojos espeluznantes, pensó ella con una sonrisa, si, Rosalie pensaba que los ojos de La súcubo o mejor conocida como Karla Kure eran espeluznantes, aunque prefería guardarse esa impresión para el día de su primer encuentro.

Rosalie siguió mirando a Alice pintando rápidamente, dejando ver a los dos misteriosos individuos en un café moderno tomando una taza, bueno, el chico bonito tenía una tasa con café mientras que la chica de ojos negros una malteada de chocolate, pero solo ahora Rosalie notó que la chica ya no tenía esos ojos raros, sino que ahora tenía unos de esclerótica blanca normal y pupilas grises, miró a Alice en busca de una respuesta en cuanto supo que terminó de pintar, la chica bajita la miró y fue ahí donde esta notó su presencia, pero no se molestó en saludar.

-Finalmente, finalmente están cerca-, Alice dijo y entonces las cejas de Rosalie se alzaron llegando casi hasta su hermoso cabello, -¡¿En serio?!-, ella preguntó casi en un grito lo que hizo que los demás ocupantes de la casa dejasen de lado lo que hacen y entonces comenzaron a escuchar atentamente lo que pasaba, -¡Sí!, tres años Rosalie, solo tres años más y finalmente podremos conocerlos-, Alice se levantó y entonces abrazó a la angelical rubia, -Kyaaaaa-, ambas gritaron como colegialas al tiempo que saltaban de la emoción. Mientras tanto, al otro lado del mundo cierta pareja de asesinos se encontraba en la misma situación plasmada en aquel cuadro.

La ascensión de un destructor - Volumen 2 - CrepúsculoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora