Juliette Melgren nació para ser una jinete de dragón y continuar con el tortuoso legado de su padre, entreno toda su vida para ingresar al colegio de guerra Basgiath y mantener su apellido en alto; pero sus planes no incluían enamorarse de una traid...
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Capitulo 4 |Debilidad|
Opino que de todos los poderes sello de los jinetes, el de la reparación es uno de los más valiosos, pero no podemos permitirnos volvernos laxos ante la presencia de tal sello, pues reparadores hay pocos; y heridos, muchos.
—Guía moderna para curanderos del comandante Frederick.
Baje del ring con toda la intención de auxiliar a Violet, pero antes de siquiera poder acercarme a ella, el estúpido de Aetos la tomó en brazos y la sacó del gimnasio. Odio admitirlo, pero acabo de dejar en claro que la pequeña Sorrengail es mi debilidad, la única manera de distraerme y lograr herirme en combate.
Suelto un sonoro suspiro y le doy una leve mirada a las chicas que me esperan a un par de metros de la colchoneta. Siento cómo el alivio recorre mi sistema cuando las veo alejarse charlando entre ellas. Agradezco la soledad que me envuelve cuando camino con dirección al dormitorio para darme una ducha.
Junto mis cosas y me despojo del uniforme quedando únicamente en ropa interior, no logro visualizar a nadie en las duchas, pero no soy tan idiota como para correr el riesgo de que algún cadete me vea desnuda sin mi consentimiento. Después de todo, tengo una imagen y reputación que mantener.
Con ese pensamiento en mente giro la llave para que salga el agua y espero un par de segundos a que se encuentre tibia antes de dejar que caiga libremente por mi cuerpo. Desde que tengo memoria, he amado la sensación del agua recorriendo mi piel. Siento que limpia cada impureza y me libera de mis pecados, me permito disfrutar de la sensación durante un par de minutos más antes de lavar mi cabello y cuerpo.
Paso las manos por mi rostro y cabello para quitar el exceso de agua y siento el filo de una daga en el costado de mi abdomen. Suelto una leve maldición por permitirme bajar la guardia y olvidar completamente el lugar en el que me encontraba.
—Así que la princesita de papi olvidó que debe de tener la guardia en alto en todo momento dentro de este suicida colegio— dice y junta más su cuerpo con el mío, logrando aprisionarme entre ella y la pared.
—Eres una chica, ¿verdad? Tu cuerpo te delata, puedo sentirlo a la perfección contra mi espalda. Ahora dime, ¿cuál es tu problema conmigo? —Me muevo lentamente, pero me detengo al sentir la hoja de la daga enterrarse en mi costado.
