𝐋𝐢𝐱𝐉𝐢𝐧 | En un mundo donde la línea entre fantasía y realidad se desdibuja, surge una historia de amor prohibido que desafía todas las reglas. En el pequeño pueblo de Forks, Washington, un joven llamado Hwang Hyunjin llega para vivir con su pa...
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En un instante, mi mundo se aceleró. No fue como en las películas, donde todo se ralentiza. Mi mente, impulsada por la adrenalina, comenzó a funcionar a una velocidad vertiginosa. Pude asimilar varias escenas a la vez, con todo lujo de detalles. Mi corazón latía con fuerza y mi respiración se aceleró. Lee Felix se encontraba a cuatro coches de distancia y me miraba con rostro de espanto; sus ojos estaban abiertos de par en par, llenos de terror. Pero en aquel momento, tenía más importancia una furgoneta azul oscuro que se deslizaba hacia mí con una velocidad aterradora, patinando sobre el hielo del estacionamiento. El giro fue brutal y el chirrido de los frenos fue ensordecedor. No tenía escapatoria.
Algo me golpeó con fuerza, pero no desde la dirección que esperaba. Mi mente se quedó en blanco por un instante. Escuché el terrible crujido que se produjo cuando la furgoneta golpeó la base de mi coche. Vi cómo se plegaba como un acordeón, la chapa retorciéndose y deformándose. Me golpeé la cabeza contra el asfalto helado y sentí un dolor punzante. Me sentí aturdido y confundido, incapaz de moverme. Estaba tendido en la calzada, detrás del coche color café que estaba junto al mío. No tuve tiempo de pensar; la camioneta seguía avanzando después de raspar la parte trasera del monovolumen. Había dado la vuelta y estaba a punto de aplastarme otra vez.
Me percaté de que había alguien a mi lado al oír una maldición en voz baja, y era imposible no reconocerla. Dos manos blancas se extendieron delante de mí para protegerme. La furgoneta se detuvo vacilante a treinta centímetros de mi cabeza, con un chirrido que me hizo estremecer. Pero lo que me dejó sin aliento fue la forma providencial en que ambas manos cabían en la profunda abolladura del lateral de la camioneta.
La escena se desarrolló en cámara lenta. Las manos de Lee Felix se movieron con una velocidad y precisión que me dejaron sin aliento. Me arrastró hacia él, y mi cuerpo respondió sin pensar. Justo entonces, la furgoneta se estrelló contra el asfalto con un crujido metálico ensordecedor, mientras las ventanas explotaban en mil pedazos. La camioneta cayó exactamente en el lugar donde mis piernas habían estado un segundo antes.
Un silencio absoluto reinó durante un segundo eterno, hasta que estalló un griterío generalizado. En medio del caos, escuché varias voces que me llamaban, pero la voz de Lee Felix fue la que más clara escuché: suave y desesperada, hablando directamente a mi oído.
──── ¿Hyunjin? ¿Te encuentras bien?
──── Estoy bien Me sentí desorientado al escuchar mi propia voz. Intenté levantarme, pero su agarre me mantuvo inmóvil. Su mano era como una banda de hierro, imposible de romper; me sentí protegido, pero también atrapado, incapaz de moverme o escapar.
