Bajo las Sombras del Hospital

1 0 0
                                        


El hospital sigue transformándose, como si una sombra creciente estuviera apoderándose de él, engullendo cada rincón con una presencia que me pone los nervios a flor de piel. Camino por los pasillos y siento que las paredes parecen observarme, que cada rincón oscuro guarda un secreto que susurra a mis espaldas. La desaparición de Clémence aún pesa en el ambiente, un vacío palpable que ha dejado a mis compañeros en un estado de vigilancia constante. Nadie se atreve a hablar de ello, pero todos lo sentimos, una amenaza invisible que flota en el aire.

Decido que debo hablar con algunos de los pacientes más antiguos, aquellos que llevan años aquí y que, quizás, han sido testigos de lo que está ocurriendo. Si el hospital tiene secretos, tal vez ellos los conozcan, aunque sea de forma fragmentada, entre susurros o en los delirios de sus mentes inquietas.

Comienzo con Lucien, un hombre mayor de mirada distante y palabras siempre enigmáticas. He escuchado a algunos compañeros decir que Lucien fue, en otro tiempo, un hombre brillante, un médico que llegó a ocupar una posición de respeto. Pero ahora, su mente parece haberse perdido en alguna dimensión entre la realidad y las sombras. Lo encuentro sentado en una esquina de la sala común, con la mirada fija en la ventana y los labios moviéndose en un murmullo constante.

Me acerco a él con cautela, intentando no alterarlo.

—Hola, Lucien —digo suavemente, sentándome a su lado—. ¿Puedo hablar contigo?

Sus ojos se enfocan en mí lentamente, como si le costara regresar al presente. Hay un destello de reconocimiento en su mirada, y por un momento, siento que estoy viendo al hombre que fue alguna vez, alguien que comprendía la lógica del mundo y las estructuras de la ciencia.

—Ellos vienen en la noche, siempre en la noche —susurra, sin mirarme directamente—. Esas sombras... ellos son ecos de algo que está atrapado aquí.

Mi piel se eriza ante sus palabras. Lucien, como muchos otros pacientes, parece saber algo, algo que todos los demás preferimos ignorar. Su mirada se pierde de nuevo en la ventana, como si viera algo en la distancia.

—¿Quiénes son ellos, Lucien? ¿Las sombras? —pregunto, tratando de mantener la calma, aunque cada fibra de mi cuerpo está alerta.

Él se gira hacia mí, y por un instante, su mirada es tan lúcida que me sobresalta.

—No se puede ver a quienes habitan entre la luz y la oscuridad. Están ahí, esperando, siempre esperando. Algunos creen que pueden salvarse, pero la verdad es que... —Hace una pausa, y en su rostro veo algo parecido a la resignación—. La verdad es que a veces la oscuridad es más fuerte.

Sus palabras me golpean con una intensidad que no esperaba. Intento procesar lo que dice, entender el alcance de sus palabras. Lucien vuelve a perderse en sus pensamientos, murmurando algo incomprensible mientras observa la ventana con ojos ausentes. Me levanto en silencio, dejando que vuelva a su propio mundo, pero las sombras que describe parecen haberse instalado en mi mente.

Camino hacia la sala de descanso, intentando asimilar lo que he escuchado. El hospital está cambiando, y aunque no sé si se debe a algo real o a una percepción distorsionada por el miedo, algo en mí sabe que las palabras de Lucien encierran una verdad oscura. No puedo evitar pensar en Esmeralda, en su conexión con este lugar y en las advertencias que me dio. Quizás ella también conoce estas sombras, o quizás forma parte de ellas. La idea me perturba, pero no puedo evitar sentirme cada vez más atraída hacia ella, hacia sus secretos y su enigmática presencia.

Mientras me preparo un café en la sala de descanso, la puerta se abre y Henri entra, con una expresión cansada en su rostro. Me observa con curiosidad, y por un instante, el silencio se instala entre nosotros.

Ecos de una estrella perdidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora