Ella: Una chica que aunque no era muy distinta a las demás, sabía que era única, ella entendía que los momentos en la vida son únicos e irrepetibles, así que los disfrutaba, así fueran buenos o malos sabía disfrutarlos. Ella era una persona simpática, ella podía ser una persona de lo más divertida y alegre o la más apagada y negativa, a pesar de lo que le pasara en su día siempre mantenía la sonrisa en alto, aunque su día fuera horrible siempre sonreía para todo, eso se decía ella; Mis problemas no son más grandes que mi sonrisa. Y en efecto, ella podías verla triste y llorando, pero enseguida secaba sus lagrimas y sacaba fuerzas de donde ya no habían y decía: Soy más fuerte de lo que piensan, puedo llorar hoy pero mañana no me verán mal por lo mismo que lloró hoy. Y sí, al otro día tu podías verla con esa gran y ocurrente sonrisa. Eso, su gran sonrisa y su rara costumbre de reirse de todo era lo que más la identificaba como Ella.
Él: No era muy distinto a los demás, pero era especial, él tenía una simpática forma de ser, era una persona que tenía defectos y virtudes como todos, pero sabía aprovechar ambos, como todo hombre guardaba sus sentimientos ante algunas personas, pero una vez conociéndolo podía abrirse a ti, te podía escuchar y ayudarte si lo necesitabas, era una persona pacifista, tenía sus momentos de escritor, y de músico, tocaba la guitarra, y le gustaba compartir gustos musicales, y tocar canciones, simplemente él era único.
Ellos: Compartían sus diferencias, sus gustos, sus sentimientos, sus alegrías, compartían ratitos de sus vidas. Ellos eran perfectamente imperfectos.
