cap 27: el guardián (purgatorio día VI)

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Ya hace varias horas que crucé la niebla y el amanecer se filtra en el horizonte, no sé cómo las almas pueden sobrevivir a esas cosas, aunque si me pongo a pensar es posible que solo ataque a quienes no merecen ir al cielo o al infierno y las otras las perdone.

Me dejo caer al suelo, la hierba húmeda me recibe suavemente y acaricia mi piel. Estoy algo cansado, la curación sanó mis heridas, pero el cansancio aumentó. Los rayos del sol acaricia suavemente mi rostro mientras una suave brisa acaricia mi rostro.

—Debo matar al guardián —levanto mi mano sintiendo un leve calor—. ¿Por qué mis sensaciones se sienten tan lejanas? ¿Por qué estoy tan lejos de Sakura Aoki? —murmuro dándole lugar a estas preguntas en mi mente—. Recuerdo que una chica llamada Void Reaper me llevó, pero no recuerdo exactamente como llegué a esa sensación. Todo se siente tan confuso —comienzo a divagar observando mis pensamientos desde la lejanía—. ¿Por qué debo matar al guardián? Simplemente está en mi camino ¿Es algo más? —me levanto del suelo algo recuperado y muevo mis articulaciones suavemente para cerciorarme de que estoy en un buen estado físico.

Saco mi espada de la túnica y me coloco en posición de combate, la hoja apuntando hacia delante. Comienzo a practicar con ella, golpeando el aire con movimientos toscos. Imagino al devorador frente a mí, su cuerpo grotesco y amenazante, sus garras afiladas. Que por alguna razón no me genera ningún tipo de miedo o sentimiento.

Ruedo por el suelo, esquivando un golpe imaginario con rapidez y precisión. Me reincorporo a la posición de combate, la espada lista. Visualizo al devorador abalanzándose sobre mí. Con un movimiento rápido, clavo la espada en la tierra, usando el impulso para resistir el ataque. La imagen del devorador es tan real en mi mente que casi puedo sentir su aliento fétido en mi rostro. En un movimiento rápido, me lanzo hacia adelante y golpeo su pierna, imaginando el crujido de los huesos bajo el filo de mi espada. Esta vez, sin embargo, la criatura parece más débil, más fácil de derrotar. ¿Es solo mi percepción o he mejorado mi técnica?

Aprovecho el momento para atacar de nuevo, golpeando la otra pierna del devorador, impidiendo que se levante. Pero la criatura no se da por vencida. Se arrastra con las manos hacia mí, su boca abierta, preparada para devorar mi alma. No retrocedo, no huyo ¿Por qué huir de algo que no da miedo? Me pongo en posición defensiva, utilizando la espada como escudo para resistir su ataque.

El golpe me hace retroceder, dejándome tendido en el suelo. La criatura se abalanza sobre mí, sus fauces abiertas. Con un movimiento rápido y preciso, uso mis piernas para empujar su pecho hacia arriba y le corto la cabeza de un tajo limpio. La cabeza cae a un lado y mi cuerpo y rostro se cubren de sangre.

—Fin del entrenamiento —susurro, levantándome del suelo. La imagen del devorador se desvanece. Tomo mi túnica y envuelvo mi espada en ella—.  Uh se desajustó —hago un nudo uniendo las dos mangas y las ajusto a mi espalda.

Después de unas horas caminando, llego a un lugar peculiar. Las montañas se alzan formando dos caminos, uno estrecho y otro más amplio. Desde la entrada, las almas se hacen visibles, seres de diferentes razas caminando por ambos caminos. Los del camino estrecho lucen un aura brillante, llena de luz, mientras que los del camino amplio están envueltos en una aura opresiva de tristeza. Sin embargo, no me causa ninguna emoción, simplemente observo. Son el resultado de sus acciones, nada más.

Me dirijo al camino más estrecho, atraído por la extraña sensación de calidez que emana de él. Al intentar cruzar, una barrera invisible me detiene. La golpeo, pero es en vano. Una leve sensación, como un pinchazo, recorre mi pecho, pero desaparece rápidamente.

Cierro los ojos por un instante, luego me dirijo al camino más amplio. A pesar del aura opresiva de las almas, el camino luce alegre. Está lleno de flores hermosas, las paredes de la montaña son suaves y agradables a la vista. Las almas, en su mayoría, no me prestan atención.

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