Han pasado varias horas desde que el sol comenzó a salir y yo sigo subiendo entre las rocas de la montaña. La cima no está muy alta, pero el camino está lleno de piedras sueltas, y no quiero causar un deslizamiento de rocas. Cada paso lo doy con cuidado, buscando las mejores posiciones para avanzar sin riesgos.
El aire es fresco y me siento bien mientras disfruto del paisaje que me rodea. A medida que subo, puedo ver el desierto extendiéndose abajo y me motiva saber que estoy cerca de la cima. Con cada roca que supero, me siento un poco más cerca de mi meta, listo para disfrutar de la vista que me espera.
Al llegar hasta arriba volteo y miro el desierto que tantos problemas me había causado. A mis espaldas a varios metros hay una densa selva llena de colores vibrantes. El lugar parece frondoso y lleno de vida.
Al principio, la belleza de la selva me atrae, pero pronto siento una sed de sangre intensa que llena todos mis sentidos. Una planta con flores rojas brilla como un faro, y al acercarme, su aroma dulce me envuelve, pero en su interior hay espinas afiladas que se clavan en mi memoria.
La espina se clava más hondo, y siento una punzada en el pecho. Coloco mi mano sobre mi pecho y cierro los ojos. En mi mente aparece la imagen de los momentos felices con Yuriko, un recuerdo cálido que empieza a formar un escudo brillante a mi alrededor.
Sigo avanzando; cada paso es una lucha entre el dolor y el recuerdo. Una liana serpenteante intenta atraparme, sus pequeñas ojas de color verde parecen querer envolverme. Pero, mientras lucho por liberarme, empiezo a quedar atrapado por varias lianas, una detrás de otra. De pronto, mi cuerpo está completamente enredado entre una multitud de lianas que me tienen colgando a varios metros del suelo. Los recuerdos invaden mi mente una y otra vez, azotándome con aquellos momentos de mi pasado que había borrado de mi mente. Todos esos instantes oscuros que eliminé de mi mente están volviendo a mí rápidamente y de golpe, cada abuso, cada llanto, el motivo por el cual había tatuado mi antebrazo con la marca del sacrificio, las horas que pasé en aquel cuarto oscuro desconectado física y mentalmente del mundo real, los abusos intensivos hasta llegar al punto de no sentir nada todos estos momentos pasan frente a mis ojos como si nunca hubiera tenido algún momento lindo o de valor en mi vida.
Los recuerdos se apoderan de mí, como sombras que se ciernen. Cada imagen es un eco de lo que preferiría dejar atrás: risas que se convirtieron en lágrimas, promesas rotas y sueños marchitos. Intento aferrarme a la realidad presente, pero el pasado es una corriente poderosa que arrastra mi conciencia hacia lo más profundo.
Mientras me debato entre la lucha y la rendición, siento cómo las lianas me aprietan, casi como si quisieran recordarme que no puedo escapar de lo que he vivido. Las horas parecen desvanecerse; el tiempo pierde su significado mientras soy azotado por recuerdos desgarradores. Cada uno se repite en mi mente como un mantra doloroso, un ciclo interminable de angustia que me envuelve.
La lucha se convierte en un torbellino emocional. Me aferro a mis pensamientos, pero cada vez que intento liberarme, las lianas se cierran más fuerte. Las imágenes llenan mi mente: momentos oscuros que creí haber olvidado, cada uno más vívido que el anterior. Siento una presión creciente en el pecho, como si el peso de mis experiencias pasadas intentara aplastarme.
A medida que la ansiedad se intensifica, siento que el aire se vuelve más denso, como si las lianas estuvieran absorbiendo no solo mi cuerpo, sino también mi aliento. En ese instante, una parte de mí comienza a desvanecerse, como si mis recuerdos se estuvieran disolviendo en un mar de confusión. La lucha por mantenerme aferrado a la realidad se vuelve cada vez más difícil.
Las imágenes en mi mente se desdibujan. Las risas burlonas que solían resonar en mis oídos se convierten en ecos lejanos, y las lágrimas que alguna vez brotaron ahora parecen ser solo gotas de un pasado que ya no puedo tocar. Con cada latido de mi corazón, siento cómo esas memorias se desvanecen lentamente; es como si la intensidad de mi ansiedad comenzara a consumirlas, desgastándolas hasta convertirlas en sombras borrosas.
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Kami No Koroshi-ya
De TodoHola, soy Kaito Shirogane. Esta es la historia de mi muerte tras una serie de sucesos trágicos y mi reencarnación en un mundo totalmente diferente. Al principio, pensé que podría descansar después de suicidarme en el hospital, pero eso estaba muy le...