Capítulo 7

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A Katsuki le gustaba correr por su palacio. Desde que era un niño corría hacia la sala del trono donde estaban su madre y su padre, normalmente tratando asuntos de gobierno.

Ochako siempre lo atrapaba a punto de entrar e interrumpir. Lo tomaba en sus brazos y se lo llevaba.

—¡Katsuki! ¡No puedes molestar a sus majestades mientras ellos están con la corte real! —le reprochaba siempre la omega.

Katsuki siempre respondía lo mismo.

—¡Pronto yo seré el emperador, Ochako! ¡Debería poder estar en las reuniones!

La castaña normalmente lo sacaba a los jardines imperiales y lo sentaba en aquellas bancas de mármol pulido.

—Te quedan muchos años para ser emperador, pequeño. A los dieciocho recién podrás tomar el lugar, así que ahora debes prepararte para llevar dignamente el título de príncipe heredero.

Con sus nueve años, el niño refunfuñaba. ¡Él quería ser emperador ya! Sin embargo, cada vez que hablaban sobre el tema, la misma duda atacaba la cabecita de Katsuki.

—¿Por qué no eres tú la princesa heredera? Tienes muchos más años que yo.

Ochako acarició los cabellos rubios de su pequeño hermano.

—Yo no tengo sangre real, pero tú sí. Tú eres el verdadero heredero al trono.

—¿No te molesta eso? ¿No te molesta que yo, siendo pequeño, reciba el reino y tú nada?

Las sonrisas que le daba su hermana adoptiva siempre eran grandes y hermosas.

—¡Sé que el imperio será grande en tus manos, Katsuki! No es que yo no reciba nada, pues tendré la dicha de ver a mi hermano gobernar justamente. Además, ¡quizá me case con un príncipe de algún otro reino! Sabes que se está hablando con el reino del Sur para un matrimonio político.

Katsuki miró atentamente a su hermana y no creía que alguien la mereciera. Después de su madre, era la mujer más hermosa del mundo. No, nadie de ningún reino podría ser merecedor de ella.

Ojalá su madre la encerrara en el palacio y no la dejara casarse con nadie.

—No me gustan los matrimonios políticos —murmuró Katsuki, frunciendo el ceño—. ¡Aún si me obligan a casarme, no lo haré! ¡Mucho menos me uniré a esa persona! Será un extraño para mí.

Ochako soltó una risa. —Ay, Katsuki. Dudo que debas preocuparte por eso ahora. Ni siquiera se ha presentado tu segundo género, ¿y si eres omega?

—¡Jamás podría ser omega!

—¡Oye, mocoso, me siento ofendida!

Katsuki negó repetidas veces con su cabeza.

—¡No lo digo por eso! Es solo que yo sé que seré alfa.

—¡Ja! Me reiré mucho si resultas ser un omega como tu linda hermana mayor.

Katsuki estaba a punto de reclamar, pero escucharon unas voces detrás de ellos. Como los muros de aquel jardín eran altos pero delgados, podían fácilmente escuchar a los criados que pasaban por fuera. Los príncipes siempre escuchaban todos los chismes que se hablaban en la servidumbre.

—... pero escuché que era un plebeyo... —dijo una mujer y al instante contestó otra.

—¡Sh! ¡No es un plebeyo! Es el hijo del quinto príncipe de Kiusta. Tiene sangre real.

—Oh, realmente creí que era un plebeyo. Escuché que era un sirviente y que luego había ascendido para ser concubino.

—Sí, pero solo era un sirviente porque no sabían que era el hijo del quinto príncipe. Por eso ahora lo enviarán para afianzar la alianza.

Eternamente, tú (Katsudeku + omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora