Capítulo 3

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Hemos iniciado la universidad.

Al principio, tenía tantas preocupaciones al respecto, que no sabía cómo lidiar con ellas. La supuesta lejanía y nuevas personas, los posibles futuros inciertos, pero...

El destino es un descarado.

- ¡Tsuki!

Miré de reojo la cabellera verde haciendo presencia en el gimnasio.
Más regresé mi atención al juego, dando un salto rápido para detener el ataque de mi compañero del otro lado.

- ¡Bien Tsukishima! - aprobó el entrenador, con sus dos pulgares arriba - Sería todo por hoy, muchachos, ya es hora de cerrar este lugar.

Respiré hondo, subiendo mi suéter para limpiar el sudor.

Pensé que dejaría el voleibol al terminar el equipo de la escuela, pero me equivoqué.

El voleibol es divertido.

Fijé mi mirada a un lado, donde están Kageyama y Hinata haciendo tanto ruido como pueden al discutir sobre su práctica de hoy. Esos dos no cambian.
A su lado, está Akaashi escuchando los comentarios ruidosos de Bokuto.

Si, no me escapé de ninguno. Solo de Kuroo, que su carrera no le permite venir a las prácticas. Pero igual, tengo a todos mis amigos cercanos.

Aún más a mi omega, porque... El lugar que alquilaron está arriba del mío.

Una sorpresa tan grata que casi me dieron ganas de maldecir y agradecer al destino.

Es un descarado muy bueno.
No dejan de ayudarme a tener a mi destinado cerca.

Me hace sentir bonito.

Me quité los lentes deportivos para mirar hacia Tadashi en las gradas. Hoy está probando un nuevo conjunto de ropa. Me comentó que le gustaría probar nuevas cosas ahora que tiene más libertades.

Se ve muy lindo.
Lindo y libre de la toxicidad de su casa.

Incluso su madre tomó la buena decisión de irse a vivir con su abuela. Ambos han tomado un merecido respiro.

Caminé con calma, mirando su cabellera moverse de un lado a otro en lo que empieza a bajar.
No importa que mis ojos no vean la realidad con claridad, igual puedo verlo a él.

Incluso sin los lentes, puedo apreciar su aura.

Llegué a la orilla para tomar las gafas y colocarlas, sintiendo su aroma cercano.

- Buenas noches - saludé, antes de su aparición.

Su sonrisa complacida se amplió al llegar a mi lado.

- Tsuki - se asomó - ¿Comemos juntos?

- Tengo que hacer un trabajo para antes de las 12.

- Qué horror - hizo una mueca - ¿Cómo puedes tener una tarea atrasada de esa manera?

- La haré rápido.

- Igual, no es el punto - rió - dame un poco de tu sabiduría y paciencia, joven sabio.

Sonreí ladino, secando mi cuello.

- Mi paciencia y sabiduría vienen de años de práctica, Yamaguchi.

Se vió divertido, aunque algo intrigado, haciendo un leve puchero para bajar el último escalón.

- ¿Te acompaño?

Tomé mi bolsa para asentir.

- Me extraña que preguntes.

Lo miré de reojo, empezando a caminar a mi lado con una mueca pensativa.

La Dulzura del LimónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora