Capitulo 16

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Dos noches más tarde, después del postre, mamá comentó al pasar.

― Por fin conocí al chico que se mudó a la casa de enfrente. Parece muy buena persona.

― ¿Nick Jonas? ― pregunté mientras pasaba la cuchara por el fondo de mi plato de crema.

― Oh, ¿ese es Nick Jonas? ― dijo mi madre ― No sabía que era justamente él de quien siempre estás hablando.

Pareció reflexionar.

― No estoy siempre hablando de él ― protesté ruborizada.

― ¿Dónde lo viste? ― preguntó papá.

― Pasé por un lavadero de autos ― dijo mamá lamiendo su propia cuchara ― Un club llamado Guardianes de la Democracia.

Papá y yo gemimos al unísono.

― ¿Qué pasa? ― Mamá pareció sorprenderse ― el letrero decía que era un lugar donde se recolectaban fondos, de modo que me detuve y me hice lavar el auto.

― Querida, Guardianes de la Democracia es un club falso ― le explicó papá ― Además yo hice lavar el auto el sábado.

― Caramba, ¿Cómo descubriste que era un club falso? ― pregunté.

Mi padre suspiró.

― Los consejeros escolares se están volviendo locos ― respondió ― Parece que a todo chico que se afilia al club lo nombran presidente, sólo para que quede bien en los formularios de ingreso a la universidad.

Me aclaré la garganta.

― Pensé que se necesitaba respaldo oficial para incluir algo en un formulario.

― Lo tiene ― dijo papá en pocas palabras ― Al Kildaire es el benefactor del club.

Puse los ojos en blanco. El señor Kildaire es un profesor maduro pero de aspecto juvenil, uno de los pocoshippies que quedan, que está desesperado por tener chicos como él. Ya conocen el tipo: se disfraza en noche de brujas, se pone el Kilt en San Patricio, da clases en el jardín cuando hace calor.

― ¿Por qué se están volviendo locos los consejeros? ― preguntó Anne. Siempre está muy interesada en todo lo relacionado con el colegio secundario y la forma en que la gente se comporta allí. Creo que espera tener todo claro incluso antes de que le toque ir.

― Porque la gete que se integre al club va a parecer tan buena como la que realmente estudió duro ― explicó mi padre.

Mamá frunció el ceño.

― Creo que estás exagerando ― dijo sin darle importancia ― Veamos, ¿Cuántos chicos se inscribieron de veras en ese club?

― De acuerdo con los datos de esta tarde, quinientos quince.

― ¡Quinientos quince! ― exclamé ― ¡Hace dos días ese club ni siquiera existía!

― Lo sé, pero las noticias se están propagando a toda velocidad ― dijo papá ― Al parecer, todo lo que uno debe hacer es firmar una hoja de papel que tiene Nick y a se convierte en socio del club.

― ¿No puedes hacer que el señor Kildaire le retire su apoyo? ― pregunté desesperada. Pensé en la pobre Katie, que cierta vez se pasó un semestre soportando que abusaran de su cerebro en el club de ajedrez, sólo para mejorar sus antecedentes y completar mejor el formulario de ingreso a la universidad. ¿Y yo? ¿Yo, que pasé horas y horas en la banda de la escuela, tocando la flauta en primera fila mientras el señor McDermott gritaba y desparramaba saliva por encima de todos los instrumentos de viento? ¿Yo, y todos esos meses en el equipo de tenis congelándome con esa faldita corta? ¿Y todas esas aburridas reuniones a las que tuve que asistir para la Sociedad Nacional de Honor, mientras la profesora de latín, la señora Ronald, se rascaba con el puntero? Por supuesto, en cierto modo disfrutaba de todas esas actividades, pero no habría tenido tanto aguante de no ser por mis formularios de ingreso. Y ahora parecía que podía haber llevado una vida fácil y, sin embargo, estar capacitada para incluir la actividad de ―Guardianes de la Democracia, Presidenta‖.

Adorable Rebelde ; Nick Jonas Y Tu . (Adaptada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora