Capitulo 11

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― Veo Londres, veo Francia...

― ¡Cállate! ― grité ― Bajé los brazos y abrí un cajón de la cocina. Me puse el delantal que usa papá para los asados. Por suerte, era tan grande que me daba dos vueltas.

Bruce sonrió.

― Ahora te pareces a las fantasías que solía tener con aquella hermosa profesora de economía doméstica de mi otra escuela.

Lo señalé con la espátula.

― ¡No me hables de tus fantasías! ― Saqué el frasco de destapador de debajo de la pileta y se lo di.-Tienes dos segundos para irte de aquí.

Se apoyó en la mesada. Llevaba una remera salmón: parecía tan vieja que sospeche que su color original había sido rojo. El rosáceo realzaba su cara morena, y sus ojos centelleaban. Sin motivo alguno recordé la sensación que me había provocado su mano en mi cintura durante la fiesta de Bobby Weller. Parecía tan fresco y pulcro que me sentí todavía más desaliñada y desprotegida en mi camisón.

― ¿Y tú familia dónde está? ― preguntó Nick.

― Fuera de la cuidad ― contesté automáticamente ― tenía entendido que tú bañera se estaba desbordando.

― Así será si le cae una gota más de agua. Fuera de la cuidad, ¿eh? ― dijo, acercándose a mí- Y veo que de verás te estás liberando, con esos panqueques en forma de Ratón Mickey. Muy audaz de tu parte. ¿Qué cosa excitante tienes preparada para esta noche? ¿Una tortilla en forma del Pato Donald?

Le dirigí una mirada fulminante. Él me devolvió una sonrisa.

― Bueno que tengas suerte con los panqueques ― dijo en tono indiferente.

Pensé en lo feliz que me sentía hacía sólo diez minutos, ante la perspectiva de mi perezoso fin de semana. Y ahora venía él, para decirme por millonésima vez lo aburrida y mojigata que era.

― Adiós ― dije en voz bien alta.

― Ya me voy ya me voy ― repuso Nick ― De todos modos, el ambiente excitante que hay en este lugares demasiado para mí.

Lo seguí a través de la sala, todavía armada con la espátula. Se demoró junto a la puerta.

― Supongo que sería mucho pedir que organizaras una fiesta ― dijo en tono burlón ― Después de todo, eres la hija del director, y una chica tan buenita... Eh, espera...

Lo empujé materialmente hacia fuera. Se tambaleo en el porche y cerré de un portazo.

Me di vuelta y me vi reflejada en el espejo del vestíbulo. Era la viva imagen de la furia: piel cenicienta, ojos relampagueantes, respiración agitada, labios apretados, frente transpirada.

Bueno era lógico que me viera furiosa. Estaba furiosa.

Pero, de alguna manera, aun cuando estuviera tan llena de rabia, no pude menos que desear haber lucido más bonita mientras Nick estaba en casa.

Katie tardó horas en llegar y, cuando lo hizo, las malas noticias se notaban en su cara.

― ¿Qué pasó? ― le pregunté mientras tomaba su campera.

Katie se dejó caer en el sillón con un profundo suspiro.

― ¿No vas a creer quién me invitó al Baile de Otoño

― ¿Quién?

― Adivina ― dijo en tono dramático ― Trata de adivinar. Piensa en la última persona que desearías que tuviera tu número de teléfono. Es más que te llamara y te invitara a salir.

Adorable Rebelde ; Nick Jonas Y Tu . (Adaptada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora