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Charles me miró con una mezcla de furia y algo más primitivo mientras me hacía suya con una intensidad que casi me dejaba sin aire. No era solo deseo lo que veía en sus ojos; era una necesidad de marcar su territorio, de dejar claro que yo era suya, y solo suya. Cada embestida estaba llena de esa rabia contenida, una rabia que no tenía palabras, solo acción.

Mi respiración se entrecortaba, pero no podía evitarlo. El recuerdo de Lance cruzó mi mente, y una sonrisa casi burlona se escapó de mis labios. Charles lo notó, su mirada se oscureció aún más, y eso solo me dio más fuerza para seguir.

—¿Sabes, Charles? —dije entre susurros y jadeos, mientras él continuaba con su movimiento implacable—. Lance siempre... siempre fue tan atento... siempre sabía cómo hacerme sentir especial.

El efecto de mis palabras fue inmediato. Charles se tensó y su ritmo cambió, más feroz, casi desesperado. Sus manos se apretaron en mis caderas, como si quisiera borrar cada recuerdo que pudiera quedarme de Lance, como si quisiera fundir en mí cada parte de su ser hasta que no quedara espacio para nadie más.

—¿Crees que Lance podría hacerte sentir esto? —su voz era un susurro amenazante, llena de rabia contenida—. Dime, ¿qué te hacía sentir él que yo no puedo darte?

Lo miré a los ojos, encontrándome con esa tormenta de celos y posesión que él ni siquiera intentaba ocultar. Quería provocarlo, quería verlo perder el control como nunca antes.

—Quizá... —comencé, mordiéndome el labio con un aire provocador—. Quizá Lance sabía cómo tomarme sin sentir esa necesidad de demostrar su fuerza... sin ser tan... controlador.

Charles se detuvo un segundo, solo para tomar un respiro, pero en ese instante supe que mis palabras lo habían herido, lo habían hecho rabiar más allá de cualquier límite. Sin decir una palabra más, inclinó su cabeza hacia mi cuello, dejando marcas en mi piel, posesivas, ardientes, como si quisiera recordarme su presencia, hacerme entender que con él no había escapatoria.

—Voy a asegurarme de que olvides a Lance —gruñó entre dientes, su voz apenas un susurro entre la respiración agitada—. No dejaré que nadie más cruce por tu mente, ¿me entiendes?

Mi cuerpo respondió a su intensidad, a su control, a esa forma feroz de amarme que me hacía olvidar el mundo. Pero, en el fondo, sentía la satisfacción de saber que había tocado algo profundo en él, algo que lo hacía vulnerable y que no podía ocultar.

—Demuéstramelo, Charles. Demuéstrame que eres el único que puede hacerme olvidar...

Charles no se tomó ni un segundo para responder; simplemente me dio la vuelta, sujetándome con firmeza, y me puso de espaldas contra su pecho. Sus manos firmes recorrieron mi piel, sus dedos aferrándose a mis caderas mientras yo apenas podía sostenerme.

Tu es à moi, personne ne te touchera jamais comme je le fais —murmuró con voz grave en mi oído— (Eres mía; nadie te tocará nunca como yo lo hago).

Sentí su respiración caliente contra mi cuello y, al instante, una de sus manos descendió, explorando sin freno mientras seguía controlando cada movimiento. Su cuerpo contra el mío, sus palabras en su dialecto me llenaban de una mezcla de deseo y sumisión.

Regarde-toi... une bonne fille seulement pour moi, hm? —continuó, con un tono entre susurro y orden— (Mírate... solo eres una buena chica para mí, ¿verdad?).

Asentí, perdiéndome en cada palabra, en la intensidad de su voz que me quemaba por dentro. No podía resistirme a él, no cuando cada frase en monegasco sonaba tan íntima, tan ruda y posesiva. Mis suspiros se volvían jadeos más intensos a medida que él aceleraba su ritmo, llevándome al borde de todo control. Su nombre se escapó de mis labios en un susurro ahogado, casi como un ruego, y él no perdió el ritmo ni la intensidad.

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⏰ Última actualización: Nov 03 ⏰

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Mine -Charles Leclerc-+18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora