Charles me miraba con una mezcla de furia y algo más profundo, algo oscuro que se reflejaba en sus ojos cada vez que mi nombre salía de sus labios. El aire en la habitación era denso, cargado de tensión, y apenas me atrevía a respirar mientras él se acercaba, sus pasos lentos y amenazantes. Pero, a pesar de la tensión y el miedo, sentí que no podía retroceder, no ahora.
—¿Por qué no simplemente te vas con ella, Charles? —dije con la voz más firme que pude, mis palabras llenas de desafío—. Sé perfectamente que hay alguien más, alguien a quien amas. No tienes que fingir conmigo. Déjame en paz y sé libre. Haz tu vida y yo haré la mía.
Esperaba que eso lo alejara, que le diera un motivo para soltarse, para dejarme ir. Pero, en cambio, esas palabras parecieron avivar su enojo. Charles cerró el espacio entre nosotros en un instante, y antes de que pudiera apartarme, me sujetó por la cintura, sus manos firmes e inquebrantables. Su cercanía me hacía sentir atrapada, y la intensidad en su mirada me estremeció.
—¿Dejarte en paz? —repitió, su voz baja y cargada de una especie de posesión que jamás había mostrado antes—. ¿Crees que es tan fácil? ¿Que puedes irte, desaparecer con quien te dé la gana? No entiendes nada, Ana.
Su agarre se volvió más firme, y por un momento creí que iba a besarme o gritarme, cualquier cosa para descargar esa mezcla de celos y rabia que veía en sus ojos.
—Yo no te voy a dejar, ¿entiendes? —susurró, inclinándose hacia mí—. No importa a quién quieras desafiarme o con quién te sientas libre. Eres mía, Ana. Siempre lo has sido.
Sentí el pulso acelerarse en mi cuello, y aunque sabía que debería empujarlo, decirle que se detuviera, que sus palabras no tenían sentido, algo en mí quedó paralizado. Sus manos subieron hasta mis brazos, sujetándome con una mezcla de fuerza y necesidad que nunca había visto en él, una posesividad que me dejaba sin aliento.
—Charles, esto... no es amor. Ni siquiera te importo —dije, tratando de sonar desafiante, aunque mi voz traicionaba mi vulnerabilidad.
Su risa fue seca, irónica, mientras me observaba con esos ojos profundos, llenos de una mezcla de sentimientos contradictorios.
—¿Eso crees? —respondió, su voz apenas un murmullo, aunque sus palabras fueron como una bofetada—. Puede que esto no sea amor, Ana. Pero me pertenece. Tú me perteneces.
La sonrisa de Charles era tan peligrosa como su tono de voz, y supe que cualquier palabra mía solo avivaría esa tormenta que lo consumía. Se inclinó hacia mí, sin apartar su mirada, y murmuró:
—Esta noche, Ana, vamos a empezar a hacer lo que deberíamos haber hecho desde el principio. Necesitamos un hijo.
La frialdad con la que lo dijo me dejó helada. No era una pregunta, no había espacio para discutir. Me quedé quieta, intentando procesar sus palabras, y antes de que pudiera decir nada, salió de la habitación. Aún sentía el eco de sus palabras en mis oídos, y mi corazón latía con una mezcla de sorpresa, enojo y algo de miedo.
Unos segundos después, Charles regresó con una bolsa de Victoria's Secret en la mano. La dejó sobre la cama y, con una mirada firme, me dijo:
—Quiero que uses esto.
Abrí la bolsa, y dentro encontré un conjunto de encaje rojo, el "Very Sexy Lace Teddy," tan provocador como su nombre sugería. La fina tela era casi translúcida, y los detalles de encaje realzaban cada curva de una manera que hacía imposible pasar desapercibida.
Miré el conjunto y luego lo miré a él, intentando mantener la compostura, aunque por dentro me sentía atrapada, asfixiada. Mi mente buscaba las palabras, algo que pudiera romper esta dinámica de control. Pero Charles no me dio oportunidad de hablar; solo se quedó ahí, observándome con la expectación de alguien que no esperaba una negativa.
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Mine -Charles Leclerc-+18
FanfictionCharles Leclerc y Ana, dos hijos de poderosas familias criminales, son forzados a casarse en una unión arreglada para fortalecer sus imperios. Desde el principio, Charles desprecia a Ana, culpándola por un destino que nunca quiso. Humillándola públi...