La música seguía sonando en la recepción, las luces cálidas iluminaban el jardín lleno de mesas decoradas con flores blancas y velas, pero yo apenas sentía el ambiente. Estaba ahí, presente en cuerpo, pero mi mente no podía alejarse del vacío que sentía dentro. Cada vez que intentaba sonreír para las fotos o para los invitados, era como si estuviera fingiendo vivir una vida que no era la mía.
Me deslicé en una silla, observando la fiesta continuar. Charles estaba hablando con sus amigos, riéndose y bebiendo como si nada hubiera pasado. Como si todo lo que había ocurrido anoche no existiera. Mi estómago se revolvía cada vez que lo veía actuar tan despreocupadamente.
Sentí una mano suave en mi hombro, y cuando levanté la vista, vi a Arturo, mi hermano mayor, mirándome con su expresión siempre tranquila. Su presencia me trajo algo de consuelo en medio del caos emocional que me envolvía.
—¿Cómo estás, hermana? —me preguntó, su voz baja para que solo yo lo escuchara.
—No lo sé, Arturo... —suspiré, sintiendo el peso de todo—. Todo esto es... demasiado.
Él asintió, como si entendiera sin necesidad de que le explicara más. Siempre había sido bueno leyendo mis emociones sin que yo tuviera que hablar mucho.
—Mañana, Charles se va —dijo, sorprendiéndome un poco—. Va a Irlanda para encargarse del traspaso de todas las empresas de su padre. No lo verás en varios meses.
La noticia me golpeó como una ola de alivio. Charles... lejos. Durante meses. Podría respirar sin sentir su mirada hiriente, sin tener que enfrentarme a sus palabras crueles o su indiferencia. Aunque el matrimonio seguía siendo una realidad, al menos tendría tiempo para estar lejos de él, para sanar, o al menos intentarlo.
—Eso es... una buena noticia —murmuré, casi sin querer mostrar cuánto alivio sentía realmente. No quería que todos supieran lo rota que estaba por dentro, ni siquiera Arturo.
—Lo imaginé. —Sonrió ligeramente, apretando mi hombro con afecto antes de alejarse para saludar a otros invitados.
Me quedé un momento sola, intentando disfrutar del aire fresco de la noche. Quizás las cosas mejorarían, al menos por un tiempo.
Entonces, algo llamó mi atención. Una voz familiar, pero que no había escuchado en años.
—¡Ana! ¡Por fin!
Me giré rápidamente y ahí estaba él, sonriendo con esa sonrisa despreocupada que siempre había tenido. Lance Stroll. Mi mejor amigo, con quien compartí tantos momentos felices antes de que todo esto comenzara. No lo había visto en dos años, desde que había heredado la dirección del grupo Aston Martin y su vida había dado un giro radical.
Mis ojos se iluminaron, y por primera vez en mucho tiempo, sonreí de verdad.
—¡Lance! —exclamé, levantándome para abrazarlo sin pensarlo dos veces. Él me envolvió en un abrazo cálido, y por un momento, todo el dolor y la tristeza que sentía desaparecieron.
—¡No puedo creer que estés aquí! —dije, todavía abrazándolo—. Pensé que no podrías venir.
Lance me soltó y me sonrió con esa mirada tranquila y segura que siempre había tenido.
—¿Perderme la boda de mi mejor amiga? Jamás. —Me guiñó un ojo—. Además, tenía que ver por mí mismo cómo estabas.
Sentí un nudo formarse en mi garganta ante sus palabras. No tenía idea de lo mucho que necesitaba esa familiaridad, ese apoyo.
—Te extrañé tanto —admití, sintiendo un torrente de emociones que no había dejado salir hasta ese momento—. Han pasado tantas cosas, Lance.
Él asintió, pero no preguntó de inmediato. Sabía que no era el momento para entrar en detalles, al menos no con tanta gente alrededor.
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Mine -Charles Leclerc-+18
Fiksi PenggemarCharles Leclerc y Ana, dos hijos de poderosas familias criminales, son forzados a casarse en una unión arreglada para fortalecer sus imperios. Desde el principio, Charles desprecia a Ana, culpándola por un destino que nunca quiso. Humillándola públi...