La puerta principal se cerró tras de mí, resonando en la enorme entrada de la casa. Caminé hacia el salón, notando cómo los empleados se movían nerviosamente, limpiando y reorganizando cada rincón como si mi regreso fuera algún tipo de evento especial. Ni siquiera me molesté en saludarlos. Después de un mes fuera, tenía solo una pregunta en mente.
Me dejé caer en el sofá de cuero, y, al poco rato, vi a la señora Dupont, mi ama de llaves de confianza, una mujer que había trabajado para la familia desde antes de que yo naciera. Su cabello blanco perfectamente recogido y su expresión siempre solemne ahora mostraban algo de inquietud. Pero no le di importancia; tenía cosas más importantes en las que pensar.
—¿Dónde está mi esposa? —le pregunté, mirándola fijamente.
Ella dio un paso atrás, y vi un brillo de miedo en sus ojos. No estaba acostumbrada a verme con esta frialdad, pero mi paciencia estaba al límite. Necesitaba saber dónde estaba Ana, la persona a quien esperaba encontrar aquí, esperándome como debía. La señora Dupont se aclaró la garganta, temblando un poco, y bajó la mirada.
—Señor Leclerc... —su voz apenas era un susurro—. La señora... la señora Ana no ha dormido aquí desde que usted se fue.
La sangre me hervía al instante. Mi mente no podía procesar sus palabras. ¿Qué estaba diciendo?
—¿Perdón? —solté, tratando de mantener el control—. ¿Cómo que no ha dormido aquí? ¡Es mi esposa! Esta es su casa, ¿dónde más estaría?
La señora Dupont tragó saliva, evitando mirarme directamente a los ojos.
—Ella... se marchó el mismo día en que usted partió, señor.
Me levanté de golpe, sintiendo la rabia apoderarse de mí. El silencio en la habitación se volvió absoluto; todos los empleados habían dejado de moverse y nos observaban de reojo, con miedo de decir algo que pudiera empeorar la situación.
—¡Explíquese, señora Dupont! —grité, sin importarme el temblor en su voz—. ¿Adónde fue Ana? ¿Con quién?
Ella vaciló por un momento antes de hablar, como si sopesara las palabras, pero al final las soltó en un tono débil.
—La señora... se fue con el señor Lance Stroll.
Esas palabras cayeron como un golpe en el pecho. Sentí un temblor incontrolable. Lance. Ese bastardo había estado rondando, lo sabía. Siempre había notado su interés por Ana, pero jamás creí que ella sería tan descarada como para irse con él.
—¿Lance Stroll? —dije en voz baja, cada palabra cargada de veneno—. ¿Me está diciendo que mi esposa se fue con Lance?
—Sí, señor... Ella no dijo cuándo regresaría —respondió la señora Dupont, su tono tan débil como una hoja en el viento.
Mi mente giraba, cada pensamiento era un torbellino de rabia, confusión y algo que nunca había querido admitir: celos. Era cierto que nuestro matrimonio había sido forzado, y yo mismo tenía mis propios intereses... pero Ana era mía. Ella no tenía derecho a irse, y mucho menos con él.
Di un paso hacia la señora Dupont, que ahora me miraba como si fuera a caer en cualquier momento.
—¿Cómo fue posible que permitieran que esto pasara? —murmuré, casi susurrando de la ira contenida—. ¿No se suponía que debían cuidarla?
Ella bajó la cabeza y, en voz baja, me dio la única respuesta que no quería escuchar.
—Señor, la señora Ana parecía... decidida. Nosotros... nosotros no podíamos detenerla.
Giré sobre mis talones y crucé el salón, sintiendo que la ira quemaba cada fibra de mi ser. Subí las escaleras, entré a nuestra habitación y, de inmediato, me di cuenta de lo que había dejado atrás. Su lado del armario estaba vacío. Los cajones donde guardaba sus joyas estaban desiertos. Hasta el perfume que siempre solía usar, una fragancia suave que impregnaba el aire, ya no estaba allí.
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Mine -Charles Leclerc-+18
FanfictionCharles Leclerc y Ana, dos hijos de poderosas familias criminales, son forzados a casarse en una unión arreglada para fortalecer sus imperios. Desde el principio, Charles desprecia a Ana, culpándola por un destino que nunca quiso. Humillándola públi...