El día había sido largo, con la tensión acumulada por las discusiones y la presión de los estudios. Asiye y Doruk estaban en la biblioteca del colegio, preparándose para un examen importante. La sala estaba en silencio, solo interrumpido por el ocasional crujido de una página al ser volteada.
Doruk, concentrado en sus apuntes, no notó cómo Asiye lo observaba de reojo. Su elegancia natural, con la corbata perfectamente anudada, lo hacía aún más atractivo. Asiye, incapaz de resistir el impulso que crecía dentro de ella, dejó sus libros a un lado y se acercó sigilosamente a él.
—Doruk —susurró, su voz suave y cautivadora.
Él levantó la vista, sorprendido por la cercanía repentina. Antes de que pudiera reaccionar, Asiye extendió su mano, agarrando la corbata de Doruk con una firmeza inesperada. Con un movimiento decidido, lo atrajo hacia ella.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Doruk, entre divertido y desconcertado.
—Algo que debería haber hecho hace tiempo —respondió Asiye con una sonrisa pícara.
Sin darle tiempo para pensar, Asiye lo besó. Fue un beso intenso, cargado de emoción contenida y pasión. Doruk, sorprendido al principio, se dejó llevar por el momento, respondiendo con la misma intensidad. La corbata que Asiye sujetaba se convirtió en un símbolo de la conexión que siempre habían tenido, pero que ahora se manifestaba con fuerza.
El beso duró lo que pareció una eternidad, hasta que finalmente se separaron, respirando con dificultad. Asiye soltó la corbata, pero mantuvo sus ojos fijos en los de Doruk, esperando su reacción.
—Eso... eso fue... —balbuceó él, sin encontrar las palabras adecuadas.
—Fue solo el principio —respondió Asiye con una sonrisa traviesa, antes de regresar a sus apuntes, como si nada hubiera pasado.
Doruk, aún aturdido, sonrió para sí mismo. Sabía que su relación con Asiye acababa de cambiar para siempre