El atardecer teñía el cielo de tonos cálidos mientras Doruk y Asiye paseaban por el parque, disfrutando de la tranquilidad que ofrecía el lugar. La brisa suave acariciaba sus rostros, y el sonido de los pájaros completaba el ambiente perfecto para una tarde juntos.
Doruk miraba a Asiye con una sonrisa en los labios, maravillado por lo feliz que se sentía a su lado. "Es increíble cómo cada momento contigo se siente especial," dijo, tomando suavemente su mano.
Asiye le devolvió la sonrisa, sus ojos brillando con cariño. "También me haces sentir así, Doruk. Eres una bendición en mi vida."
Decidieron sentarse en un banco bajo un gran árbol, donde la luz del sol creaba un juego de sombras sobre ellos. Doruk se inclinó hacia Asiye, sus dedos jugueteando con un mechón de su cabello. "Te amo, Asiye," susurró, sus ojos llenos de emoción.
Asiye sintió un cálido hormigueo en su pecho al escuchar esas palabras. "Yo también te amo, Doruk," respondió, acercándose más a él.
Doruk se inclinó un poco más, su rostro muy cerca del de Asiye. Con ternura, apartó el cabello de su cuello y dejó un suave beso en su piel. Asiye cerró los ojos, disfrutando del toque de sus labios y sintiendo una ola de calidez recorrer su cuerpo.
"Me encanta verte feliz," dijo Doruk en voz baja, sus labios aún rozando el cuello de Asiye. "Y haré todo lo posible para que siempre lo estés."
Asiye abrió los ojos y lo miró con ternura. "Eres increíble, Doruk. Gracias por ser tan maravilloso."
Doruk sonrió y se inclinó nuevamente para besarla, esta vez en los labios, sellando el momento con un gesto de amor profundo y sincero.
Mientras el sol continuaba su descenso, dejando el parque en una penumbra suave, Asiye y Doruk se quedaron allí, disfrutando de la compañía del otro y de la promesa de muchos más momentos especiales por venir.