Nebahat, en uno de sus intentos por acercarse más a Asiye y demostrarle que la veía como parte de la familia, decidió hacerle un pequeño regalo.
Había notado que a Asiye le hacía falta ropa de playa y, con una sonrisa maliciosa, eligió un bikini rojo elegante, pensando en sorprenderla para su próximo viaje al mar.
Cuando llegó el día, Nebahat entregó a Asiye la caja con el bikini.
Asiye, algo sorprendida por el gesto, le dio las gracias sinceramente y prometió usarlo ese mismo día en la playa.
Sin embargo, Doruk no se había enterado del plan de su madre, así que la sorpresa para él sería aún mayor.
Cuando Asiye salió del vestidor con el bikini puesto, la playa se convirtió en escenario de una escena que Doruk nunca imaginó.
Él que estaba acomodando las toallas y revisando las sombrillas, levantó la vista y se quedó petrificado. Asiye lucía el bikini rojo con una seguridad y elegancia que lo dejó sin palabras.
Notó que algunos otros chicos en la playa también la miraban y eso hizo que una chispa de celos encendiera su interior.
Nebahat, observando la expresión en el rostro de su hijo, no pudo evitar una risa disimulada.
Había anticipado que Doruk reaccionaría así, pero no esperaba que se quedara tan serio.
Doruk se acercó a Asiye, tratando de mostrarse calmado, aunque su mirada decía otra cosa.
Se paró frente a ella y le lanzó una toalla.
—¿Por qué no te cubres un poco más? —dijo en tono casual, aunque su rostro lo traicionaba.
Asiye lo miró, sorprendida y divertida, entendiendo de inmediato lo que pasaba.
Sonrió y, en lugar de cubrirse, le dio un beso en la mejilla, susurrándole al oído:
—¿Acaso estás celoso, Doruk?
—¿Yo? Claro que no —respondió, pero la forma en que miraba a cualquiera que se atreviera a observar a Asiye lo delataba.
Nebahat, disfrutando de la escena, se acercó y puso una mano en el hombro de su hijo.
—Tranquilo, Doruk. Asiye se ve increíble, y además, está contigo,no tienes de qué preocuparte.
Doruk suspiró y finalmente sonrió, dándose cuenta de que era absurdo ponerse celoso.
Con un gesto protector, rodeó a Asiye con el brazo y la atrajo hacia él.
—Es cierto. ¿Por qué preocuparme? Al final del día, tú eres mi chica —le dijo en voz baja, mirando a Asiye con una mezcla de orgullo y cariño.
Asiye sonrió, apoyando su cabeza en el hombro de Doruk, sintiéndose segura en sus brazos, mientras Nebahat observaba la escena con satisfacción, feliz de haber logrado no solo fortalecer su relación con Asiye, sino también ver a su hijo tan enamorado y protector.
La tarde en la playa continuó en un ambiente relajado, aunque Doruk no dejaba de lanzar miradas de advertencia a cualquiera que se atreviera a observar a Asiye.
A pesar de sus intentos de mantener la calma, su naturaleza protectora y los celos que apenas podía disimular hacían que su expresión cambiara cada vez que sentía alguna mirada hacia ella.
Asiye, notando su actitud, decidió jugar un poco con él para aliviar la tensión. Se alejó unos metros hacia la orilla, dejándose llevar por las olas que llegaban a sus pies, y miró de reojo a Doruk, que se acercaba para no perderla de vista. Sonriendo para sí misma, se agachó en la arena, simulando que se había distraído tanto con el mar que ni siquiera había notado su presencia.
Finalmente, Doruk se acercó a ella y se sentó a su lado en la arena.
—¿Disfrutando del mar? —le preguntó con un tono de voz tranquilo, aunque su mirada aún tenía ese toque protector.
—Mucho —respondió ella, sonriendo. Luego, decidió que era el momento perfecto para hablar—. Pero creo que estoy disfrutando más verte a ti cuidándome de esa manera. ¿Sabes que puedes relajarte un poco?
Doruk soltó una risa nerviosa, desviando la mirada hacia el horizonte.
—No sé de qué estás hablando. No estoy… cuidándote tanto.
—Claro que sí —dijo ella suavemente, tomando su mano—. Y está bien, no me molesta. Me gusta saber que te importo, pero… —hizo una pausa y lo miró directamente a los ojos—. ¿Confías en mí, cierto?
Doruk la miró con un brillo en los ojos, asintiendo sin dudarlo.
—Con todo mi corazón, Asiye.
Al escuchar esto, Asiye se acercó a él, apoyando su cabeza en su hombro y rodeándolo con sus brazos en un abrazo cálido.
—Entonces, no tienes que preocuparte. Estoy aquí contigo, y siempre estaré a tu lado.
Doruk suspiró, sintiéndose finalmente en paz. Asiye siempre lograba hacerle ver las cosas de una forma más tranquila y segura. Sin decir nada más, la rodeó con su brazo y ambos permanecieron juntos, mirando el mar en silencio.
Desde una distancia prudente, Nebahat observaba la escena con una sonrisa. Para ella, ver a su hijo feliz y al lado de alguien que lo hacía mejor persona era todo lo que siempre había querido.
Doruk y Asiye permanecieron abrazados, disfrutando de la brisa del mar y el sonido de las olas. La tarde se iba llenando de un ambiente tranquilo y cálido, que les recordaba lo afortunados que eran de tenerse el uno al otro.
Nebahat, después de un rato, decidió unirse a ellos. Se acercó lentamente y sonrió al verlos tan cómodos y felices juntos.
—¿Interrumpo? —preguntó en tono juguetón, con una sonrisa amable.
Asiye se separó un poco de Doruk, apenada, pero él, con una sonrisa segura, le pasó un brazo por los hombros y contestó:
—Claro que no, mamá. Solo estamos… disfrutando del momento.
Nebahat asintió, notando la calidez en los ojos de su hijo. Era como si en ese momento, todo en su mundo estuviera en paz.
—Me alegra verlos así —dijo ella sinceramente, mirando a Asiye—. Has sido una gran influencia para Doruk, Asiye.
Asiye se sonrojó, sin saber qué responder. En el pasado, Nebahat no siempre había aprobado su relación, pero poco a poco, Asiye había demostrado ser alguien digno de confianza y cariño. Era un alivio escuchar aquellas palabras.
—Gracias, señora Nebahat. Yo también estoy agradecida por haber conocido a Doruk y por… todo lo que ustedes han hecho por mí —respondió con modestia.
Doruk miró a su madre y luego a Asiye con un brillo de orgullo.
—Y yo estoy agradecido por tenerlas a ambas en mi vida —dijo él, tomando las manos de ambas mujeres y mirándolas con cariño.
La tarde continuó entre risas y una conversación amena. Al final, aquel día en la playa se convirtió en un recuerdo especial para los tres.