EL DISFRAZ PERFECTO

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Miraba mi reflejo en el espejo mientras cepillaba mi largo cabello ondulado. De repente, escuché la voz que conocía tan bien.

-Cariño, ¿Ya estás lista? se te va a hacer tarde- dijo mi madre desde las escaleras.

-Ya voy, mamá- sujete mi cabello en una cola de caballo y tomé mi mochila, saliendo de la habitación. Baje rápidamente las escaleras y, como siempre, ahí estaba mi madre, esperándome junto a la puerta con mi desayunó en mano. Lo tome, dándole un beso en la mejilla de despedida, y salí de la casa, camino a la escuela.

El clima de hoy es agradable; el sol brillaba, iluminando el edificio escolar haciéndolo parecer tolerable. Mientras caminaba por los pasillos, mi mente comenzó a divagar. Por cierto, me llamo Nara Lizeth y soy una chica como cualquier otra. Aunque muchas personas dicen que tengo suerte, que mi vida es como la que toda chica de mi edad quisiera tener: buenas notas, halagos de todas las personas, unos padres extraordinarios. Pero la verdad es que no me conocen en lo absoluto, ni siquiera yo he logrado conocerme.

La gente está acostumbrada a juzgar la vida de los demás por su forma de vestir, hablar o actuar; piensan que solo por hacerlo tan bien, tienen una vida perfecta. Me parece algo tan egoísta porque no le permiten a la persona sentir o vivir como ella decide hacerlo.

Mis pensamientos se desvanecieron, devolviendome a la realidad, justo cuando llegue al final del pasillo frente a mi salón de clases. Así que me dirigí a mi pupitre, tomando asiento, organice mis libros y notas con precisión, luego acomode mi uniforme escolar, haciéndolo ver impecable y perfecto, como ese disfraz que solía ponerme todos los días.

-Buenos días, chicos- dijo el profesor mientras entraba al salón, causando un momento de silencio y un poco de tensión.

-Buenos días, profe- respondieron algunos, intentando llenar ese silencio.

El profesor Enrique es nuestro tutor; así que es el primero con él que tenemos clase. Es un profesor amable, respetuoso, muy llevadero en ocasiones y algo severo cuando debe serlo. Pero, a pesar de todo, puedo decir que es uno de los pocos maestros que ha logrado ganarse el cariño del grupo y no es porque sea nuestro tutor. Pero, estoy segura de que nosotros somos su grupo favorito.

-Antes de comenzar, les daré las instrucciones que me dijo el director sobre los próximos eventos -dijo el profesor muy animado- Habrá un concurso de poesía, aproximadamente en un mes. El director dijo que seleccionemos a un alumno para que compita con los demas salones. - Tomó un respiro- .El ganador representará a la escuela.- Tomo su Mentón como si pensará- Propongo que, para que sea justo, todos elaboren un poema para representar ante la clase, y él qué lo haga mejor sera el seleccionado - se dió la vuelta, dirigiéndose al escritorio-. Tomen el resto de la clase para elaborarlo.

Inmediatamente, todos se levantaron de su lugar para ir directo a sus círculos sociales; y a mí solo me quedo sentarme e intentar escribir el poema, aunque la verdad es que no necesitaba hacerlo; al final sería yo la que terminaría ganando.

De repente, sentí una mano sobre mi hombro que me hizo dar un pequeño salto del susto. Era Darla, una de las pocas chicas con las que solía hablar porque, a diferencia de mi, ella era invisible en la escuela. No tiene muchos amigos, y si no fuera por mi compañía, se la pasaría la mayor parte del tiempo sola. Además, compartimos el mismo gusto por los libros.
Su apariencia no llama la atención: cabello castaño claro, ojos marrones, piel pálida y una figura bastante delgada. Se que ella anhela comprensión y conexión, pero su timidez y miedo al rechazo le impiden acercarse a los demás. Supongo que por eso ella me ha logrado caer tan bien.

-¿Sobre que escribirás Liz? - pregunto ella, algo curiosa

-No lo se aún, ¿Tu sobre que escribirás?- intenté sonar interesada.

-Me gustaría escribir sobre el miedo - dijo sinceramente y su idea captó de inmediato mi atención.

-¿Sobre el miedo?

-Si- tomo un suspiro largo para continuar- Todos hemos sentido miedo alguna vez, podría decir que la mayor parte del tiempo lo sentimos, pero intentamos aparentarlo porque creemos que este sentimiento nos hace parecer débiles ante los demás, aunque en ocasiones este puede salvarnos y evitarnos muchas cosas, ¿No crees?- dijo esperando mi respuesta.

Miedo... Eso era lo que yo sentía, ese sentimiento que intentaba esconder y de alguna manera me había logrado mantener con vida hasta ahora. Esa chica me hacía pensar en cosas así siempre, eso era algo que me agradaba porque me hacía reflexionar y de forma involuntaria me había enseñado a esconderme tan bien detrás de este disfraz.

-Liz- dijo ella, sacándome de mis pensamientos- Tierra llamando a Nara Lizeth- sonreí ante sus palabras- Oye ¿Estás bien?, te quedaste muy quieta ¿Pasa algo? -dijo preocupada.

-Estoy bien- sonreí- solo que... Me quedé pensando en lo que dijiste y eso me dió una idea para mí poema.

-¿En serio?- dijo sorprendida e intrigada - ¿Cuál es?

- Si tú escribirás sobre el miedo, yo escribiré sobre el amor- intente buscar una lógica ante lo que dije- Supongo que a todos nos da miedo amar a alguien, por el daño que este nos pueda provocar, ¿No crees?- Reaccione, ¿como se supone que yo escribiría sobre algo así?

-Wow, eso es maravilloso. Seguramente será algo muy interesante, porque claramente nunca te había escuchado hablar sobre sentimientos, incluso crei que no sentías- ambas nos reímos ante lo que dijo.

Así se pasó el resto de mi dia, entre risas con Darla y halagos de los profesores por mi excelente participación en todo. Mis compañeros siempre me dicen que ¿por que eso no me emociona? pero, la verdad es que cuando ya tienes todo, ya no tienes que luchar por nada y eso se te hace tan cotidiano que comienza a aburrirte.

Llegue a mi casa aún pensando en lo que me dijo Darla pero lo ignore y continúe ya que no era el momento, así que no le preste atención para que no me afectará. Mi madre como siempre me esperaba con la comida lista, mi pijama favorita y una cálida sonrisa. Al final ella era la única persona que estaba más cerca de conocerme.

Termine de cenar agradeciendo por todo, posteriormente subí a mi habitación con el pretexto de que tenía mucha tarea. Estando allí, me tire en la cama y por primera vez en el día me permití respirar y pensar.

Tienes razón Darla, hace mucho que ya no siento nada, Pero eso no significa que no sepa lo que es.

'' NO PODRÁS DESCIFRARME ''Donde viven las historias. Descúbrelo ahora