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Al día siguiente, Gia despertó con una sonrisa que no podía borrar de su cara. Todavía tenía la canción de Roa en la cabeza, cada verso y cada ritmo haciéndola sentir especial, como si por fin alguien la entendiera de verdad.

La tarde transcurrió tranquila hasta que le llegó un mensaje de Roa.

Roa: "¿Cómo amaneció mi musa? Hoy quiero verte."

Gia sonrió, respondiendo al instante.

Gia: "Estoy bien, ¿y tú? ¿Te veo en el mismo sitio de ayer?"

Roa: "Hoy quiero llevarte a otro lado. Algo menos lejos, pero igual de especial. Te busco a las 7."

Cuando el reloj marcó las 7, Gia ya estaba esperando en la esquina, tratando de calmar la emoción que le hervía en el pecho. Roa llegó puntual, bajando la ventanilla del carro y dándole esa sonrisa que la dejaba desarmada.

—¿Lista, musa? —preguntó él, guiñándole un ojo.

Gia rió, sacudiendo la cabeza mientras se subía al carro.

—Esa canción me dejó pensando toda la noche —le confesó, sintiéndose algo tímida al recordarlo.

—¿Te gustó de verdad? Porque mira que no es fácil abrirme así. A veces siento que no sé cómo decir las cosas... —dijo Roa, mirándola de reojo.

—Claro que me gustó, Roa. Nunca nadie había hecho algo así por mí.

Arrancaron y él la llevó a un parque que quedaba al otro lado de la ciudad. Era un sitio pequeño y tranquilo, con unos bancos de madera y faroles antiguos que apenas alumbraban el camino. Roa estacionó, y ambos caminaron hasta una pequeña glorieta que tenía vista a la bahía. La brisa estaba fresca, y la luna iluminaba el agua con un brillo suave.

—Este es otro de mis escondites —dijo Roa, sacando una bolsa de papel que tenía en el carro—. Y traje pan de la panadería de mi abuela, el mejor que vas a probar.

—¿De tu abuela? —preguntó Gia, sorprendida—. No sabía que tu familia tenía una panadería.

—Es de mi abuela paterna. Me crio' ella cuando mi mamá tuvo que salir a buscarse la vida. Ese negocio es su joyita. Me encanta ir ahí, es como un escape —le explicó Roa mientras sacaba un par de panes dulces rellenos de queso crema.

Gia tomó un bocado y cerró los ojos al saborearlo.

—¡Wow! Está increíble. Nunca he probado algo tan bueno.

Roa sonrió, satisfecho de haberla sorprendido.

Pasaron un rato conversando, hablando de cosas que normalmente Roa no compartía con nadie. Gia lo escuchaba con atención, sintiéndose cada vez más cercana a él. Justo cuando pensaba que la noche no podía mejorar, Roa miró su celular y soltó un suspiro pesado.

—¿Todo bien? —preguntó Gia, notando el cambio en su expresión.

—Sí, sí... bueno, en verdad no. A veces quisiera alejarme de ciertos líos, pero ya tú sabes cómo es esto, una vez te metes, es difícil salir. Pero contigo, Gia... siento que tal vez hay otra forma de vivir. No sé, como si todavía pudiera salir limpio de esto.

Ella le tomó la mano, mirándolo con firmeza.

—Roa, yo te apoyo. Yo sé que no es fácil, pero siempre hay maneras, siempre y cuando te decidas a buscarla. Yo estoy aquí, pero quiero que te cuides, ¿me entiendes?

Roa asintió, apretando su mano con fuerza.

—Voy a hacer todo lo posible, Gia. Por ti, por mí... pa' que tengamos un chance de verdad.

En ese momento, el sonido de una moto que se acercaba rompió la calma de la noche. Roa se tensó, soltando la mano de Gia y poniéndose de pie.

—Quédate aquí —le susurró, mirando hacia la moto que se estacionó a unos metros de ellos.

Gia sintió su corazón acelerarse, viendo cómo un par de figuras bajaban de la moto. Eran dos tipos del barrio, conocidos por andar en los mismos líos que Roa. Ambos se acercaron con miradas serias, y Gia sintió cómo el ambiente cambiaba de repente, como si algo oscuro se hubiera metido en el aire.

—¿Qué pasa, Roa? No contestas los mensajes —dijo uno de ellos, cruzándose de brazos.

—No hay nada de qué hablar ahora —respondió Roa, manteniendo la calma pero sin moverse de su sitio.

—¿De verdad? ¿Nos vas a ignorar así? —dijo el otro, con una sonrisa amenazante.

Gia se quedó quieta, tratando de no llamar la atención, pero sin dejar de mirar a Roa, quien los enfrentaba con una firmeza que la sorprendía.

—Miren, yo estoy con alguien y no voy a hablar de esto aquí. Si quieren algo, saben dónde encontrarme —respondió Roa, mirándolos a los ojos sin titubear.

Hubo un momento de silencio, y por un segundo, Gia temió lo peor. Pero después de unos segundos de tensión, los tipos se dieron media vuelta y regresaron a su moto. Uno de ellos le lanzó una última mirada a Roa antes de arrancar.

Cuando la moto se perdió en la distancia, Roa soltó un suspiro profundo, pasándose una mano por el cabello.

—Lo siento, Gia. No quería que tuvieras que ver esto.

Gia se levantó y se acercó a él, tocándole el brazo.

—Roa, yo estoy aquí porque quiero estar contigo, y sé que eso implica aceptar las partes difíciles también. Solo... prométeme que vas a cuidarte, ¿sí?

Él asintió, y sin decir nada más, la abrazó, como si en ese momento ella fuera la única ancla que lo mantenía en tierra firme.

—Gracias por estar aquí, Gia. Por no soltarme, aunque sé que no soy fácil.

—Para eso estoy —dijo ella, apoyando la cabeza en su hombro y cerrando los ojos, deseando que aquella noche no terminara nunca.

Ambos se quedaron abrazados, bajo el cielo estrellado, conscientes de que el camino que tenían por delante no sería sencillo. Pero, al menos, en aquel momento, sabían que estaban dispuestos a enfrentarlo juntos.


Girlasss acuérdense que muchas cositas de esta historia son falsas, esto me ayuda a seguir con la trama. besos 💋

Nunk es tarde (ROA) 🪼Donde viven las historias. Descúbrelo ahora