INTRODUCCION

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Un mes antes de que la asesinaran, selena y yo fuimos a la propiedad que habiamos comprado en Corpu Christi. Era un terreno hermoso, con una quebrada que bordeaba un lado y una colina que parecia ser el sitio perfecto para construir una casa y criar la familia que estamabos planeando. Nos encantaba ir alli al atardecer e imaginar nuestro futuro juntos. Selena siempre me dijo que queria cinco hijos, cosa que me hacia reir.

-Ensayemos a tener primero un bebé -le decía-. Después hablamos.

Esta tarde, en especial, Selena y yo nos sentamos en la cima de la colina a ver cómo el inmenso cielo de Texas se ponía de todos colores, desde un azul pálido hasta un brillante color durazno y después un violeta oscuro.

-Quiero que mis hijos crezcan rodeados de muchos animales -dijo Selena-. De todos los animales que hay.

-No puedes reunir todos los distintos tipos de animales -le dije en broma-. Si lo haces, saldrás y no encontrarás más que una pila de plumas en el lugar donde alguno se comió tus pollos.

Selena recostó su cabeza en mi hombro.

-Imagínalo, Chris. Es aquí donde crecerán nuestros hijos corriendo y jugando, un día no muy lejano. ¿Puedes creerlo?

-Podría -le dije. Permanecimos allí sentados hasta que oscureció casi por completo, aunque lo que yo quería hacer realmente era ponerme de pie de un salto y comenzar de inmediato a limpiar nuestra propiedad. No quería que hubiera coyotes ni serpientes cascabel cerca de nuestros hijos. Quería proteger a mi familia.

Pero claro está, no fue así. No pude proteger a Selena.

Después de que mataron a Selena, vendí nuestra propiedad. No podía soportar la idea de vivir allí, en ese terreno, sin ella. Durante un tiempo, no podía soportar muchas cosas.

Después de que Selena murió, muchos me pedían que escribiera nuestra historia. Siempre respondía que no. Mis sentimientos eran demasiado privados. Cuando perdemos a alguien que es algo precioso para nosotros, tenemos que hacer el duelo a nuestra manera. La mía fue guardar los recuerdos para mí. Guardar y sellar en lo más íntimo mis sentimientos fue una respuesta automática al perder a Selena, porque el dolor era demasiado intenso. Continué guardando mi tristeza en lo más profundo mientras procuraba seguir con lo que había quedado de mi vida.

No quería pensar en Selena en absoluto, porque la pérdida súbita de todo lo que habíamos buscado y todo lo que habíamos creído me producía un profundo dolor. Claro está que, a pesar de todo, pensaba en ella. Cada día los recuerdos venían a mi mente, sin invitarlos. Escuchaba una de las canciones de Selena en la radio, o veía una historia sobre ella en la televisión, y el dolor salía de nuevo a la superficie, tan agudo como una aguja clavada en la palma de la mano.

Además, todos me seguían preguntado cosas acerca de ella. Querían saber por qué su padre se oponía tan rotundamente a nuestra relación, obligándonos a vernos en secreto, hasta que al fin, por desesperación, nos casamos a escondidas. Querían saber si Selena -quien hablaba regularmente a los alumnos de las escuelas acerca de la importancia de seguir estudiando y mantenerse alejados de las drogas- era en realidad tan buena, sincera y generosa como se mostraba en público, o si simplemente era una buena actriz. ¿Ocultaba Selena un oscuro secreto? ¿La asesinaron por envidia? ¿Fue su muerte el resultado de un negocio de drogas que salió mal? ¿Tenía un amante? ¿Había terminado nuestro matrimonio?.

En ese momento no me interesaba aclarar las cosas. No respondía preguntas de los medios ni de los fans de Selena. Estaba demasiado ocupado tratando de encerrar completamente, tras un muro, esa parte de mi vida. No podía compartir mis recuerdos de Selena porque eso habría significado aceptar su muerte. Hacía mi duelo en privado y sobreviví su pérdida permaneciendo cerca de mi familia y continuando con mi música. Inclusive armé una banda y gané mi propio Grammy por un álbum de rock latino titulado Resurrection, con canciones que Selena me inspiró a componer después de su partida.

Sin embargo, hace poco comencé a darme cuenta de que al enterrarlo todo, realmente había estado viviendo mi vida con tapaojos, limitándome a poner un pie delante del otro sin avanzar en absoluto. Comencé a preguntarme si tal vez debería recordarlo todo y si escribir un libro me ayudaría a aceptar por fin la pérdida de Selena.

Poco después de que empecé a considerar estas ideas, recibí una llamada de mi buen amigo Carlos. Fue una de las pocas personas a quienes conté que estaba enamorado de Selena, tiempo atrás, cuando teníamos que vernos en secreto. Fue, al comienzo, una llamada extraña. Carlos no decía mucho, aunque fue él quien me llamó. Por último, le dije que estaba pensando escribir un libro.

-Hombre, eso es muy extraño -dijo Carlos.

-¿Por qué? ¿Qué pasa? -le pregunté.

-Anoche soñé con Selena. Por eso te estoy llamando -me dijo-. Estaba haciendo esta presentación con mi banda, en el sueño, y Selena entró al camerino. Sonreía, y me abrazó.

-Eso suena bien -le dije.

-Sí, pero lo extraño es que en mi sueño no pude decir palabra para comunicarme con ella -dijo Carlos-. Entonces Selena me preguntó cómo estabas y no supe qué decir. Le dije que las cosas habían sido realmente difíciles para ti últimamente.

-¿Qué dijo ella entonces?.

Estaba imaginándolo todo como si estuviera ocurriendo ante mis ojos.

-Selena me dio un gran abrazo -dijo Carlos-. Me dijo que no me preocupara por ti. "Yo lo cuido" , dijo ella, sólo eso.

Permanecí callado durante un minuto, sintiendo a Selena cerca de mí. Luego le dije:

-Creo que es hora de escribir ese libro.

-Sí -me respondió él-. Así lo habría querido Selena.

Por lo tanto, aquí está: la historia de mi vida con Selena. Merece ser recordada, no sólo por su hermosa voz y su talento como cantante, sino para mostrarla como una mujer real que amaba las cosas comunes de todos los días, como caminar descalza en la tarde para sentir el calor de la acera en su piel.

Selena amaba tan intensamente como vivía. Todos la queríamos por su forma de ser -su familia, sus amigos, sus seguidores y yo, su esposo, que me sentía el más afortunado de los hombres cada vez que Selena pronunciaba mi nombre. Este libro es para ella.

selena, con amor    - -- chris perezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora