O lo inverso

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­Desperté en un callejón.

No miento.

Mi cabeza reposaba en el regazo de Annabeth, quien conversaba con los otros dos semidioses. Jason comía fideos, no...comida china.

-Despertaste-dijo Piper.

-Sí, supongo-contesté todavía un poco mareada.

-¿Sabes lo pesada que eres?-dijo Jason divertido.

Le mostré la lengua.

-¿Qué pasó que te desmayaste?-preguntó Annabeth.

-Me sentía mareada-mentí, recordé lo que le había dicho papá a Percy.

-No vuelvas a darnos tales sustos, Annabeth tuvo que pelear con la moza. No quería que te vayas-dijo Jason.

-¿Por qué?

-Esperaba órdenes-me respondió el único chico de la misión.

-¿Qué?-pregunte atónita.

-Para ver si te mataba o no.

-¡¿POR QUÉ?!

-Era una draquenae, Lucy-respondió Annabeth.

Respiré profundo y traté de sacarme la idea de que ya no estaría a salvo ni si quiera en una de las tiendas favoritas.

-Pero estamos bien, ya sólo tendremos que desconectar esas cosas e ir a casa.

-Sip-acordó la novia de Percy.

Me levanté y senté en el piso del callejón. Observé a mis compañeros y sonreí, era extraño. Nunca pensé que me sucedería esto.

De repente la calle tembló, pasos gigantes se oían afuera del callejón. Todos nos miramos y corrimos al objetivo, Jason tuvo que dejar la caja de comida china.

Contemplé a la estatua, le faltaba un brazo.

La gente corría por las calles, algunas se escondían detrás de árboles o en las tiendas.

¿Qué estarán viendo?

Piper corrió a la estatua y comenzó a gritarle, Jason voló por los aires hasta llegar a la cabeza, Annabeth sacó la soga de su mochila y me pasó un extremo.

-Hay que bloquearla.

-Ok-asentí.

Corrimos hacia el monumento y Piper saltó cuando la soga tocó su cuerpo, rodeamos al gigante y tratamos de atar sus piernas. Era muy pesado.

Piper seguía gritando.

Jason le lanzaba rayos a diestra y siniestra, montaba un caballo de viento. Era extraño.

La estatua no dejaba de moverse, Piper trataba de no ser pisada.

Llegamos a la orilla de la costa. Las personas gritaban por doquier. Annabeth y yo realmente tratábamos de detenerlo pero era imposible.

Sentí un tirón en el estómago y una ola gigante tapó al monumento, eso nos incluyó a excepción del hijo de Júpiter.

Casi solté la soga al ver a Piper, hija de Afrodita. Parecía un gato mojado.

La estatua chocó contra un barco y tropezó, rompió el bote y Piper logró salirse de entre sus piernas. Oímos más pisadas gigantescas, eso no melodioso y bueno.

Hice una mueca y me concentré en el nuevo objetivo, era más grande que el anterior.

Jason voló hacia el nuevo objetivo al igual que Annabeth y Piper. Traté de zafarme del gigante pero este me aplastaba el pie. No lo había notado al principio pero no grité en ayuda. Podría sola.

-¡Ah!-grité frustrada.

Con las últimas fuerzas que me quedaban hice que las olas trataran de empujarlo, pero me mojé más. Quise gritar de la frustración pero me contuve. Mis compañeros no notaban mi ausencia.

Alguien apareció a mi lado y traté de gritarle que se fuera, era un chico morocho de linda sonrisa. El mismo de mis sueños. Al igual que el joven de la cafetería, tenía la misma espada curvada, un jopesh.

-¿Necesitas ayuda?-preguntó divertido, sabía que me había identificado.

-¿Quién eres?

-Carter Kane.

-Lucy Maine, un gusto.

Asintió y el chico se transformó de repente en una figura de combate, identifiqué al personaje.

Horus.

Empujó la estatua, pero esta recobró vida. Chillé y me alejé lo más que pude, sin embargo otras estatuas estaban al acecho. Sentía que me perseguían. Carter comenzó a tirarlas de un lado a otro, Jason observó al chico sorprendido.

Que no funda el caos, ¡por favor!

Sentí que mi collar pesaba más y establecí una conexión con Carter, él me miró de reojo por un momento.

-¡Hola!

-¿Lucy?

-Cuida de mis amigos-le dije apesadumbrada.

-Pero finalmente te encontré.

-No hace falta estar más juntos, tengo que cumplir mi parte-alguien lo dijo por mí, ya no me sentía en mi cuerpo. Era extraño pero verdadero.

El mediodía se acercaba.

Entendía lo que debía hacer. Como si alguien me susurrara al oído cómo tenía que hacer las cosas. Hace tres días ni si quiera sabía de todo esto, ahora estaba más que sumergida en las verdades de la mitología.

Más estatuas aparecían por doquier. Ya no había gente en las calles, salvo algunos periodistas. Deseé que no hayan filmado mi cara.

Dejé que una estatua pequeña me atrape, y esta caminó al mar. Annabeth y mis compañeros no notaron mi ida. Pero Carter sí.

-¡Lucy!

Una lágrima cayó por mi ojo izquierdo y el monumento me hundió en el agua, era capaz de respirar bajo ella así que admiré mi alrededor. Sentía la fuerza de Poseidón.

Más estatuas nadaron en la orilla mar, pero mi monumento iba a las profundidades. De repente, el sueño se apoderó de mí y sentí que me desvanecía, aún cuando trataba de zafarme de ella.

Una luz apareció en la orilla del agua, pero estaba tan lejos de mí.

Sonreí.

Y observé el azul ultramarino.

El baile del Encuentro (Nico Di Angelo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora