Honestidad

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El estrepitoso retumbar de la bocina de un auto sonando hizo que de la nada todas dentro de la sala se quedaran en silencio, reconociendo aquel ruido a la perfección. Antes de que pudiesen detenerla Hanni corrió hasta la ventana de la cocina, mirando el cómo la vieja Hirai y Tzuyu se bajaban del auto.

Minji.

Hanni podría reconocerla hasta a esa distancia, esa sonrisa peculiar y su cabello negro, ahora corto hasta los hombros, los ojos grandes y la piel morena. Aunque ahora estaba diferente, con su cuerpo musculoso, firme e imponente, rostro tenso y mandíbula afilada. Se veía... se veía igual que una...

—Se ve como toda una alfa —gruño Heejin a sus espaldas, diciendo exactamente lo que Hanni estaba pensando.

—Sí y yo soy una omega —respondió Hanni mirando a la melliza con una frialdad impropia de ella, tratando de ocultar el temblor en sus piernas —Ya capte la indirecta, no necesitas repetirlo.

Minji podía pensar que Hanni era un monstruo pero el corazón de la omega también estaba algo corrompido, llegando a odiar a la mayoría de las alfas por lo que le hicieron a su raza, repudiar a cada ciudadano de aquel país ante su hipocresía y maldad.

Hanni estaba sorprendida pero no iba a actuar de forma débil, ya había aprendido la lección con Tzuyu, los alfas eran peligrosos y malvados, no debía confiar en ellos.

Cuando era pequeña había albergado la esperanza de que Minji no se convirtiera en lo que debía, que la pelinegra no escuchara las lecciones de Momo y Tzuyu pero conforme los años pasaron Hanni ya no se podía permitir ese tipo de pensamientos, ella no se podía darse el lujo de ser ilusa. Y aunque siguiera amando a Minji no podía negar que aquella alfa solo la llevaría a la muerte.

Heejin frunció el ceño.

—Solo estaba asegurando que seguíamos en la misma página —se defendió tomando el brazo de la omega para sacarla de la ventana, notando el cómo Minji buscaba con sus ojos la figura de Hanni a la distancia —Sabes que nos preocupamos por ti y no dejaremos que vuelva a herirte.

Hanni se tendió en su cama con molestia, la llegada de la vieja Hirai significaba problemas y lo sabían, Jeongyeon por sobre todas, siendo más protectora que nunca, prohibiendole a Hanni salir al bosque o siquiera mirar por la ventana. La omega estaba con millones de sentimientos encontrados y ni siquiera era capaz de diferenciar cada uno de ellos.

Sin quererlo estaba esperanzado de ver a Minji, temerosa de Tzuyu, enojada con prácticamente todo el mundo y con una oscura tristeza en su pecho. Odiaba haber nacido omega y se sentía avergonzada de su propio sentimiento pero ¿podrían culparla? de no haber sido omega hubiese sido una buena hija para Jeongyeon, una hija por el cual ella se podía sentir orgullosa y sin necesidad de andar escondiéndola, Heejin y Yeojin no hubiesen tenido que madurar tan pronto, actuando como unas segundas madres en el tema de la protección, si no hubiese sido omega podría estar con Minji, salir con ella sin miedo a ser rechazada por sentirse menos. Si no fuese una omega podría llegar a ser amada, tener amigas y ser alguien normal.

Hanni no se sentía avergonzada de su raza, estaba orgullosa de ser que era y seguir viva pero el deseo de ser alguien más no era algo que podía acallar. Estaba impotente, impotente por sus pensamientos, impotente porque con tan solo ver a Minji de nuevo todos los sentimientos que había tratado de enterrar volvieron a surgir, como si hubiesen estado dormidos todos estos años, esperando la llegada de la alfa.

Miro con enojo el reloj de la pared intentando no entristecer, ¡Momo la había mandado a dormir cuando eran recién las nueve de la noche!

Bufando con enojo tomó su cuaderno de folletos y encendiendo la luz de su mesilla de noche se dispuso a dibujar un poco. En la casa no había ni una televisión ni una radio, todo como un método de protección por parte de Jeongyeon para que Hanni no viera y oyera constantemente el cómo asesinaban a su propia raza. Pinto con enojo, tirando trazos sin significado alguno mientras se maldecía a sí misma. De a poco aquel dibujo empezó a tomar forma, unos ojos color negro carbón, una pequeña herida en la mejilla, rostro completamente serio y un lunar bajo el ojo. Minji.

Antes de que pudiese siquiera terminarlo lo arrancó de su cuadernillo y arrugó la hoja con rabia, tirándola a un lugar de la habitación.

Ella es una alfa.

Doblo sus piernas contra su cuerpo, descansando su cabeza contra sus rodillas, reprimiendo el grito de impotencia.

Ella es mi alfa.

Cerró los ojos con fuerza y abrazo su propio cuerpo, sintiéndose de repente muy fría, enferma de sí misma y sus pensamientos, con el estómago revuelto por la culpa y la garganta seca. Luego de unos minutos se calmó, sintiendo el sueño llegar de a poco, cabeceando para mantenerse despierta hasta que la castaña de algo chocando con su ventana la hizo saltar del susto.

Clank, Clank.

Miro el lugar en donde se produjo el estruendo y dudosa se bajó de la cama.

Clank, Clank.

Con cuidado y temerosa se acercó al vidrio, buscando al culpable de aquel ruido.

Minji.

El cuerpo de Hanni se detuvo de golpe y su rostro perdió el color.

—Han —escucho susurrar a la alfa quién aún no podía verla por culpa de la cortina
—Abre la ventana, Han.

Los ojos de la omega se cristalizaron, había extrañado tanto ese maldito apodo.

—¿Han? —Se escuchó de nuevo a Minji hablar —¿estás ahí?

Los ojos de la omega se llenaron de lágrimas mientras se dejaba caer de rodillas al suelo justo como lo había hecho cuando se dio cuenta de que Minji se había ido, hace cinco años atrás.

Escondió su rostro contra sus manos, resistiendo el impulso de abrir la ventana.

Minji podría matarla.

—Sé que estas ahí —confesó la alfa esta vez con un tono menos emocionado, como si supiera los pensamientos de la omega —puedo sentir tu aroma, ¿sabes? —Soltó un pequeño suspiro —No te preocupes, entiendo que no quieras hablarme, después de todo lo que sucedió se que no es fácil para ti pero necesito que tengas claro que yo nunca te lastimaria.

Aun desde abajo Minji logro escuchar el leve sollozo que soltó la omega, siendo esta su única respuesta.

—Yo te esperaré, Hanni —afirmó Minji —vendré todas las noches a esperarte, hasta que decidas hablar conmigo. —Sus ojos se empezaron a cristalizar mientras sus manos temblaban —Si quieres hacerme esperar los cinco años que estuve lejos de ti estará bien para mi, si quieres decirme que vaya también te obedeceré pero tan solo debes abrir esa ventana y decírmelo.

La puerta no se abrió y Minji no se marchó. Y así estuvieron, la omega sollozando en su habitación por su amor perdido, asustada e insegura de confiar en la pelinegra y la alfa llorando frente a la ventana de la omega, impotente por no saber cómo consolar a su amada.

𝐈𝐧𝐧𝐨𝐜𝐞𝐧𝐭 | 𝐁𝐛𝐚𝐧𝐠𝐬𝐚𝐳 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora