Capítulo 18

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Territorio Salvatore

Mansión

Habitación de Damon

Se encontraba acostado en la cama, con todo su torso desnudo. Sus ojos cerrados y su labio inferior atrapado entre sus dientes, mordiéndolo con fuerza. Abrió sus ojos, agarró las sábanas azules oscuras y con la respiración agitada, dijo:

–Este... es mi infierno

Elena rió de una forma muy sexy, saliendo de debajo de las sábanas y sentándose en el regazo de él. Los dos jadearon cuando ambos sexos se encontraron compenetrados y Elena comenzó a moverse de una forma muy excitante. Deslizó su lengua en el tórax de él, recogiendo cada gota de su sudor. Descendió hasta la clavícula de él y como toda una depredadora, atacó el cuello de él, besándolo y chupándolo hasta dejar su huella en aquella zona

–Ohhh cielos, Damon. Estás muy grande

Gimió ella acelerando sus movimientos y clavando sus uñas en el pectoral de éste. Las manos del pelinegro tomaban su pequeña cintura ayudándola en los movimientos y él movía sus propias caderas rápidamente

–¡Elena, joder!

Jadeó él, sentándose y la agarró fuertemente del cabello

–¡Estoy llegando, Damon!

Gimió ella en su oído y Damon simplemente volvió a cerrar sus ojos, con mucha fuerza y se dejó ir en las entrañas de la castaña

Fue muy bueno para ser verdad, ya que el pelinegro despertó con el cuerpo mojado de tanto sudar y sus cabellos negros igual. Tuvo que quitarse su camiseta negra desmangada. Frunció el ceño cuando sintió algo extraño aparte de una gigantesca erección bajo de las sábanas. Al mirar, vio que sus bóxer negros eran un desastre de tanto semen que había eyaculado. Miró al frente y vió que el Sol estaba comenzando a salir de detrás de las nubes. Él, molesto y frustrado, salió de la cama y caminó al baño

Estaba tomando una ducha fría. Sus manos apoyadas en el cristal al igual que su cabeza, al otro lado del cristal estaba una increíble vista a todo su territorio y se veía un increíble amanecer, pero Damon parecía no importarle mucho. Aquel beso con Elena y las ganas de haberla follado como lleva queriendo hacer, lo estaban desquiciando. Recordar el dulce aroma de sus cabellos. Sus labios tan apetecibles y aquel cuerpo que llamaba al pecado. Todo eso provocó que volviera a tener una erección

–Mierda

Se maldijo, pero no pudo evitar dejarse llevar por el placer. Se agarró su miembro y comenzó a tocarse

–Sí, joder

Decía entre dientes e iba aumentando más el ritmo de sus tocamientos. Su entrecejo se arrugó, al igual que su nariz y abrió su boca. Apoyó su frente en el cristal y de sus labios salieron varios suspiros, empañando el cristal. El agua caía sobre su cuerpo. Las gotas iban rodando por cada músculo. Damon dejó una huella de su mano en el cristal y jadeó, cuando los chorros de semen bañaron una zona del cristal. Terminó de ducharse mucho más tranquilo

Al rato, él y Elena salían de la mansión en dirección a un lujoso Rolls-Royce de color negro, el cuál el chófer les abrió la puerta y subieron. Alaric salió después y se subió igual

–Andiamo, Damiano–(Vamos, Damiano)

Le dijo al chófer y éste afirmó, poniendo el auto en marcha. Fue un largo camino hasta el aeropuerto privado, pero llegaron. Bajaron del auto y se subieron enseguida al jet privado de color negro. Dentro, Elena tomó asiento y una de las azafatas llegó con su zumo de multifrutas

–Aquí tiene, señorita

Elena agarró el vaso

–Gracias

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