Luke llevaba días observando las marcas en la pared, esas líneas grabadas a diario como una forma de controlar el tiempo que pasaba ahí dentro. Pero últimamente, nuevas marcas aparecían sin que él recordara haberlas hecho. A veces eran dos, cinco, incluso diez días que parecían desvanecerse sin rastro. Cada línea borrada con sus uñas era un intento desesperado de recuperar ese tiempo perdido. Sus dedos, ensangrentados y con las uñas al borde de romperse, revelaban el frenesí de ese esfuerzo inútil.
Pero entonces, lo llamaron a otra sesión con el doctor Devereux. Algo dentro de él le advertía que no sería una sesión más. La oficina del doctor estaba en penumbras, y Devereux lo recibió con una sonrisa casi fría, examinándolo con la misma curiosidad clínica de siempre, como si Luke fuera un simple experimento.
El doctor tomó su expediente y lo consultó, mirando a Luke en silencio antes de formular una pregunta desconcertante.
—Luke, ¿has notado las marcas en la pared de tu cuarto últimamente? —preguntó, como si le estuviera pidiendo una confesión.
Luke frunció el ceño, sin saber qué responder. Sabía bien que había líneas extrañas, días que parecían escaparse como agua entre los dedos, días que se deslizaban sin que él los experimentara.
—Sí, están ahí —dijo en voz baja—. Pero esas marcas… no siempre las hago yo.
El doctor asintió, como si hubiera esperado esa respuesta, y añadió con tono inquisitivo:
—Entonces, ¿alguna vez te has preguntado quién lleva la cuenta cuando tú no estás?
Esa pregunta lo tomó por sorpresa. Luke sintió un nudo en el estómago. Algo en esas palabras le hacía sentir que no estaba tan solo como siempre había creído. ¿Quién lleva la cuenta cuando él no está?
—No hay nadie más. Solo… solo soy yo. Yo llevo la cuenta —insistió, con una mezcla de confusión y frustración.
Devereux esbozó una leve sonrisa y, con una calma casi insultante, deslizó la siguiente revelación.
—¿Y si te dijera que he visto grabaciones de esas horas que tú no recuerdas? ¿Te gustaría saber qué he visto, Luke?
La tensión creció en el pecho de Luke. Algo en su tono le hacía pensar que el doctor decía la verdad, pero… era imposible.
—¿Qué has visto? —preguntó en un hilo de voz.
Devereux lo miró intensamente, como evaluando cuánto soportaría.
—A veces, te veo actuar de formas que no reconocerías. Ríes, hablas sobre cosas que yo nunca te he mencionado. Incluso mencionaste el nombre de una persona que, francamente, tú no deberías conocer.
El corazón de Luke latía con fuerza. Su mente se esforzaba por encontrar una explicación lógica, pero todo parecía desmoronarse a su alrededor. La sala se sentía de pronto más fría, y una oleada de rabia empezó a crecer en su interior.
—¡Estás mintiendo! —exclamó, incapaz de contenerse.
—Oh, no estoy mintiendo —respondió Devereux, sin perder la compostura—. Y si necesitas pruebas, puedo mostrarte algo.
El doctor se levantó y tomó un pequeño espejo que reposaba en su escritorio. Lo acercó a Luke, obligándolo a mirar su propio reflejo. Luke trató de apartar la vista, pero Devereux sujetó el espejo con firmeza.
—Mírate, Luke. Míralo bien. ¿Quién es el hombre que te observa desde ahí?
Luke fijó la mirada en el espejo y sintió que una oleada de rabia y miedo lo recorría. Esa imagen que lo devolvía el cristal era suya, pero al mismo tiempo no se reconocía. Era su rostro, pero los ojos le devolvían una expresión extraña, algo frío y vacío. No era él… o no del todo.
Devereux bajó el espejo y lo observó, satisfecho con la confusión que había sembrado.
—¿Entiendes ahora? —susurró, apenas audible—. Quizá ese "otro tú" ya está aquí, esperando el momento adecuado para tomar el control por completo.
Las palabras hicieron que Luke sintiera un vacío crecer dentro de él. Era como si una sombra lo envolviera, sofocándolo. Sin pensarlo, se levantó y, en un arrebato de furia, empujó el espejo al suelo, que se rompió en mil pedazos. Devereux se quedó inmóvil, observando cada movimiento de Luke, con una leve sonrisa que indicaba que todo aquello era exactamente lo que él había buscado.
—Eso es, Luke… ahora estás más cerca de la verdad —murmuró, mientras el sonido de pasos indicaba que la seguridad se acercaba.
La sesión terminaba, pero las preguntas persistían. ¿Quién era él en realidad? Y ¿cuántas partes de sí mismo aún desconocía?
______________________________________
⭐
Te invito a seguir leyendo la historia de Luke y su frenético intento de entender lo que está pasando con él.Consultorio de Devereux
ESTÁS LEYENDO
Amapolas
HorrorLuke está atrapado en un hospital psiquiátrico, sin recordar cómo llegó allí. Cada día, intenta contar los días en la pared para no perderse a sí mismo, pero siente que algo extraño sucede en su mente, como si hubiera otras partes de él esperando pa...