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FRANCO COLAPINTO

Llegue a Buenos Aires para un evento de unos de mis patrocinadores, una de esas cosas que tenía que hacer cada tanto y que aprovechaba de paso, para visitar a mi familia. No era muy fan de la idea de tener que aparecer mucho en las camaras, prefiero mantener un perfil bajo, mas que nada cuando estoy en Argentina, pero sabía que formaba parte de mi trabajo.

Cuando entre al salón de eventos, no esperaba mucho más que sonrisas forzadas, fotos, y un par de charlas con periodistas. Apenas entre, note los flashes y miradas.

—¡Franco! ¡Franco! ¿Cómo fue esa última carrera en Europa? —me interceptó uno de los organizadores.

Le devolvi el saludo, sonriendo.

—Todo bien, gracias. Fue una carrera complicada, pero logramos buenos resultados, así que me fui conforme —conteste de forma educada, tratando de no dar dar muchos detalles.

—¿Ya tenés en la mira el campeonato de este año? —insistió otro.

—Vamos paso a paso —respondi.—. No me gusta hacer promesas que no pueda cumplir, pero el equipo está trabajando duro, y yo doy lo mejor de mí en cada carrera.

Mientras respondia las preguntas, note cómo varias personas en el salón me veian y murmuraban entre ellos. Estaba acostumbrado a esa atención, pero esa noche prefería algo más relajado, sin tantas preguntas ni cámaras.

Luego de un rato, puede irme a una mesa de bocaditos, intentando disimular un poco las ganas de irme. Justo cuando pensaba que podia tener un momento de paz, una mujer bien vestida se me acerco con una sonrisa.

—Vos sos Franco Colapinto, ¿no? —dijo, con esa actitud de quien no espera un "no" por respuesta—. Mi hijo es fan tuyo. ¡Es increíble todo lo que estás logrando tan joven! Cuando tengas un ratito, vení a la mesa y sacate una foto con él.

sonrei educadamente, aunque por dentro suspire, mientras asentia.

—Claro, cómo no. En un ratito me acerco —respondi.

Finalmente despues de un rato me fui a una esquinita donde no habia tanta gente, pensando que tal vez ahí podría tener unos minutos para mi.
Desbloquee el celu y mire la hora 22:15, "fua" dije para mi mismo. Ya estaba un toque cansado, tenia ganas de irme a casa con mi familia, pero aunque quisiera no podia.

Cuando levante la mirada, mis ojos se encontraron con los de una chica. Estaba parada cerca de una mesa con un vaso en la mano, charlando con una sonrisa con una amiga. No pude evitar mirarla, y cuando note que me miro, vi que se le formo una sonrisita en los labios.

JULIETA CUEVAS

Note que Franco Colapinto me estaba mirando desde una esquinita con el celular en la mano. Le sonrei y segui hablando con mi amiga.

—Ay amiga, colapinto no para de mirarte.—me dijo mi amiga con una sonrisita.

—Viste, hace rato ya

—Parece que quiere venir para aca.

—¿Queres que me vaya?—me pregunto mi amiga mirandome.

—¿Decis?—la mire.

—Si boluda, me hago la que voy al baño y te miro desde ahi.—me dijo riendose bajito.—vos mandame mensaje si?

—Dale amiga—le sonrei y se fue.

Yo me puse con el celular para disimular.
Después de un rato, note como franco venia para aca..

—¿Hola, cómo va? —dijo con una sonrisa tímida.

Vos lo miraste con una leve sonrisa, contestando tranquila.

—Bien, ¿vos? —dijiste con una sonrisa natural—. Vi que todo el mundo está hablando de vos. Te voy a tener que confesar que no sé mucho de autos de carrera.

Franco rió, relajado por lo sincera que eras.

—No te preocupes, no tenes idea de cuántas veces escuché eso —respondió, casi aliviado—. A veces prefiero hablar de cualquier cosa menos de carreras.

—¿Ah, sí? Entonces... contame algo que no tenga nada que ver con autos —le propusiste, levantando una ceja, desafiándolo.

Él se rascó la cabeza, pensando, y despues te miró a los ojos.

—Bueno, justo ahora estoy fascinado con aprender a cocinar... aunque soy un desastre. El otro día quemé unas milanesas.

Te reíste de forma genuina, sorprendida de lo diferente que era a lo que esperabas de un piloto famoso.

—Bueno, si necesitás clases, avisame. Mis milanesas no se me queman tan seguido —le dijiste, jodiendolo.

Franco sonrió, encantado por tu sentido del humor. La conversación fluyó de forma natural y muy tranquila. Hablaron de cosas simples: de Buenos Aires, de su gusto por la comida argentina, y de lo mucho que extrañaba la tranquilidad de estar en casa. Vos le contaste un poco de tus cosas. La charla fue tan fluida que ambos perdieron la noción del tiempo.

Después de un rato, él notó cómo lo miraban sus amigos y colaboradores, y se dio cuenta de que tenia que irse. Pero no quería dejarte sin decir algo más.

—Che, no quiero sonar raro, pero... ¿te gustaría salir un día de estos, antes de que me tenga que volver a Europa?

Vos sonreíste, sorprendida.

—Bueno, puede ser. Depende si prometés no hablar solo de carreras y circuitos.

Franco soltó una risa sincera.

—Prometido. Solo buenos aires, asado y... lo que quieras.

Sonreíste y le diste tu número antes de despedirse. No sabías si en serio iba a llamarte, pero una parte de vos esperaba que lo hiciera.

secreto | franco colapintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora