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Tres días después de ese primer encuentro, mientras estabas terminando de trabajar, te llegó un mensaje de Franco:








Franco Colapinto

¿Qué hacés este sábado? Se me ocurrió que podiamos ir al Tigre, lejos del quilombo.
Solo los dos.

El mensaje me sorpendio, y a la vez me hizo sonreír. Franco me gustaba, si, pero también se que salir con él podía traer complicaciones. Aun así, decidí arriesgarme y le respondí con un simple mensaje.

Me parece perfecto.

Franco Colapinto reacciono con "❤️" a tu mensaje










El sábado, antes de llegar estacione el auto cerca de la estacion de tren, porque ahi quedamos que nos ibamos a encontrar.
Baje del auto y me quede contra este usando el celular, esperando a que llegue.

—Hola

levantó la cabeza y lo veo a Franco, con una sonrisa, estaba vestido casual, con una gorra y anteojos negros que lo hacían pasar desapercibido, aunque para vos era imposible no notar su presencia.

—holaa—me acerco y le doy un beso en la mejilla, pero fran me toma con una mano de la cadera, repite mi acción pero me da un corto abrazo.

—¿vamos?—señalo el tren.

Asentí y subimos al tren. Nos sentamos en un asiento al lado de la ventana, mientras el tren arrancaba, la ciudad empezó a quedar atrás. La conversacion fluyó muy rápido.

—¿Te acostumbraste a vivir allá?—pregunte con curiosidad sobre la vida en España.

—Es raro—confesó, mirando por la ventana mientras hablaba—.Hay días en los que me siento en casa, pero otros días en los que extraño mucho aca. No es fácil estar lejos, especialmente cuando tenés que dejar todo atrás para perseguir algo que ni sabés si va a durar.

Franco sonrió un poco triste, y vos te diste cuenta de que detrás de toda esa fama había algo más profundo. Le acariciaste el hombro de forma reconfortante.

—Bueno, ahora tenés a alguien con quien hablar de todo eso sin tanto quilombo —le dije mirandolo.

El viaje continuó, entre risas y anécdotas. Franco me contó de sus primeros años en Europa, donde vivía en un departamento minúsculo en una ciudad que apenas conocía. Me contaba los entrenamientos intensos y los sacrificios que había tenido que hacer. Yo le conte de mis desafíos y sueños, de los planes que tengo en mente.








Cuando llegamos a Tigre alquilamos una lancha para recorrer un poco mejor juntos. Franco, a pesar de estar acostumbrado a manejar rapido, esta vez iba muy tranquilo, disfrutando la vista y admirando las casas enormes.

—Esto sí que es paz —murmuraste, mirando el agua.

Franco me miro y asintio.

—¿Viste? Esto es lo que necesito cada tanto. Estar lejos de todo, sentir que soy uno más y que puedo desaparecer un rato sin que nadie me esté esperando —dijo en voz baja.

—Esta bien, a veces es necesario tomarse un tiempo para uno mismo.

Franco me miro y sonrio.—tenes razon.

En un momento, la lancha se acercó a un muelle. Franco redujo la velocidad, indicándome que bajara.

—¿Nos bajamos acá? —pregunte sorprendida.

—Sí, es un lugar muy tranquilo —explicó.

Bajamos juntos y caminamos por el muelle, hasta que nos sentamos mas o menos en la mitad. Ahi, Franco sacó de su mochila dos latas de coca cola y unos sanguchitos que había preparado. Yo no pude evitar reirme

—Me muero que tierno.—lo mire con una sonrisa—¿Así que ahora también tenés habilidades culinarias? —le dije en broma, tomando uno de los sanguchitos.

—Sí, pero no esperes mucho, esto es lo mejor que pude hacer sin quemar la cocina —respondió, riéndose.

Yo me rei de vuelta y le sonrei.

Comimos juntos, disfrutando de la calma del lugar y de la conversación.
Hubo un momento en el que ambos se quedaron en silencio, solo mirando el agua y disfrutando de la compañía.

—Gracias por venir hoy —dijo él de repente, rompiendo el silencio—. De verdad necesitaba esto.

Lo miraste y le sonreíste.

—Gracias a vos por invitarme.—le sonrei—Y por mostrarme este lugar. Está bueno esto de que seas famoso y te escapes de todo cuando querés.

Franco suspiró, pensativo.

—Sí... solo que a veces me da miedo que la gente no entienda eso. Es difícil encontrar a alguien que quiera estar en esta montaña rusa, ¿sabés?

Le tomaste la mano y la acariciaste.

—Bueno, pero por ahora no te hagas problema. Hoy, estamos acá. Solo nosotros.

Franco asintió, sonriendo en forma de agradecimiento.
Después de un rato, volvimos a la lancha y seguimis recorriendo el río. La tarde empezó a caer, tiñendo el agua de naranja y dorado.

—Mira lo lindo que esta el cielo—dije sacando mi celular y abriendo la camara, franco estaba atras mio.

El atardecer estaba hermoso la verdad, no podia no sacarle una foto.

Franco te miró con una sonrisa, como si intentara retener ese instante.

—Me parece que esta fue una de las mejores tardes en mucho tiempo —dijo, llamandote la atencio.—. Prometeme que lo vamos a repetir.—dijo agarrandome de la cintura.

Yo, guardando mi celular, me doy vuelta y le contesto:—Hecho.

...

Cuando se estaban yendo, estaban despidiendose afuera de la estacion de tren.

—La pase muy bien hoy.—dijo sonriendome—gracias.

Yo le sonrei de vuelta. Estabamos algo cerca.

—Me voy a tener que ir porque me van a ver asi.—Franco rio.

—Es verdad—dije—organizamos algo para la semana, dale? cuando te volves?

—El martes.—dijo triste y agarrandome de la cintura.

—En tres dias

—Claro.

—Bueno, vamos viendo dale?

—Dale—dijo acercandose mas a mi.

—Dale que te van a ver—rei.

Franco se despidio de mi y antes de separarse del agarre, me dio un beso en la comisura de los labios.

—Nos vemos—dije separandome y subiendome al auto.

Franco hizo una seña, como saludandome. Yo desde mi auto veia como se iba.

secreto | franco colapintoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora