Me instalé en el salón a pesar de que Lauren me dijera que me moviera con libertad, que podía utilizar cualquiera de las habitaciones, incluida la suya. No quise hacerlo. No quería abusar de su hospitalidad ni que tuviera que preocuparse por alguien merodeando por la casa y sus cosas mientras ella trabajaba. El salón me parecía el territorio más impersonal, al fin y al cabo, en esa estancia se recibía a las visitas. Algo parecido a eso era yo. Una visita dispuesta a quedarse el resto de mi vida si ella me lo pedía, pero una visita, a fin de cuentas. Me dispuso un almohadón y una manta, dejando también el teléfono inalámbrico en la mesa, frente al sofá, junto a un juego de llaves de la casa.
— Supongo que no hace falta que te diga que no abras la puerta a nadie. Sea quien sea, te cuenten lo que te cuenten.
— Tranquila, no lo haré — contesté sonriente.
— Bien —dijo pensativa—. Al cartero tampoco, no espero nada, así quetampoco le abras. Si viniera con algo no importa, siempre se puede ir luegoa recogerlo a la oficina de correos.
Me recordó a mi madre, solo que con ella ya tenía superada esa fase deadvertencias cuando me quedaba sola en casa.
— No te preocupes, no le abriré la puerta a nadie, ni a la ancianita másdesvalida ni a una mujer dando a luz en la mismísima puerta de tu casa. Deser así llamo a la policía, a la ambulancia en este último caso y luego a ti — bromeé.
Se echó a reír y me agarró del cachete.
— Efectivamente, pero llámame también si simplemente necesitas algo tienes mi móvil apuntado en una libreta en la mesa del salón.
— Lo sé — ya me lo había aprendido de memoria—. Vas a llegar tarde a trabajar.
Salió corriendo cuando supo que tenía poco más de diez minutos parallegar a la clínica. La observé mientras se montaba en el coche y abría lapuerta automática. Cuando su coche giró a la derecha esperé a que la
puerta volviera a cerrarse antes de que yo cerrara la de casa. Cuando lo hice, sentí de golpe el vacío que dejaba con su marcha.
Volví al salón y me senté en el sofá donde Lauren había estado tumbadala tarde anterior. Acaricié la tela suavemente, como si fuera su piel la queestuviera bajo mis dedos. Cogí mi móvil y la llamé, necesitaba oír su voz,acababa de irse y ya la echaba de menos.
— Hola, soy yo — dije cuando descolgó el teléfono, nada más sonar laprimera señal.
— Hola, ¿estás bien? — se oyó el habitual eco de los manos libres.
— Sí, solo quería darte las gracias otra vez por dejar que me quede aquí.
— No hay por qué darlas.
Me quedé callada un instante. Era la primera vez que hablaba con ellapor teléfono y el mero hecho de escuchar su voz me había vuelto a desbocarel corazón.
— ¿Hay mucho tráfico?
— No, estoy a mitad de camino. Si no se me cierra ningún semáforo loconsigo.
— Entonces te dejo para no distraerte. Que tengas un buen día.
— Camila.
— Dime.
— Gracias por llamarme.
— De nada — sonreí.
No eran ni las ocho de la mañana y ya me moría de ganas por que dieranlas cuatro en el reloj, para que pudiera regresar de donde aún no habíallegado. Me sentí celosa de los pacientes que tendrían la oportunidad deverla en pocos minutos. No le volví a preguntar si seguía destinada en laUCI. No es que no me interesara, sino que trataba de hacer las menospreguntas posibles sobre su vida cotidiana. Ya la había frito a preguntaspersonales el primer día y ahora trataba de compensar aquella acosadoraactitud. Ni siquiera me atreví a preguntar qué le ocurrió a su madre, si eramuy mayor, si tuvo un accidente o contrajo alguna enfermedad. Busqué enInternet la noche anterior, después que Lauren me dejara en casa, pero porel apellido Jauregui no figuraba nadie. Seguramente usara un pseudónimo.Tampoco conocía su nombre de pila, lo que dificultaba aún más labúsqueda. Revisé noticias del fallecimiento de pianistas, pero lo poco queencontré no parecía encajar con la posibilidad de que alguna de ellas fuera su madre.
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Un amor secreto (Camren)
Fiksi PenggemarUna historia de amor secreto entre Camila y Lauren. Camila fue atropellada por un coche mientras cruzaba la calle. Fue llevada a un hospital donde conoció a Lauren, una doctora de ojos verdes cuya voz y tacto la cautivaron. Aunque resultó herida, s...