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—¿Estás seguro de que llevas todo? —preguntó Hoseok, revisando la mochila de Jungkook por tercera vez con una mezcla de ansiedad y ternura. No quería que su hijo olvidara nada importante, y mucho menos en su primera experiencia de clases fuera de casa.

—Sí, papá, lo revisé anoche —respondió Jungkook con una sonrisa tranquilizadora, aunque por dentro el nerviosismo no lo dejaba en paz. Apenas había dormido esa noche; la emoción y los nervios lo habían mantenido despierto, imaginando cómo sería convivir con otras personas y, sobre todo, qué esperar de Seokjin y sus sobrinos.

—¿Y dónde serán las clases? —preguntó Yoongi, quien, aunque parecía distraído revisando unos documentos, estaba prestando mucha atención.

—Um... en su casa —respondió Jungkook.

Hoseok y Yoongi compartieron una mirada rápida, y Hoseok soltó un suspiro de alivio antes de encogerse de hombros.

—Bueno, al menos estarás cerca de casa —dijo Hoseok, buscando lo positivo como siempre. —Me preocupaba que tuvieras que ir a un lugar desconocido o peligroso.

Jungkook sonrió débilmente, sin atreverse a mencionar cómo había pasado la noche anterior. Sabía que si sus padres se enteraban de que estuvo hasta medianoche en casa de Seokjin viendo películas y riendo hasta las lágrimas, probablemente no le permitirían volver.

—Te preparé un almuerzo saludable —comentó Hoseok, sacando un tupper cuidadosamente envuelto de la cocina—. No quiero que andes comiendo cualquier cosa.

—Papá… —suspiró Jungkook, un poco avergonzado—. Ya soy grande, no necesitas…

La severa mirada de su padre lo detuvo de inmediato.

—Está bien, gracias —cedió con una leve sonrisa.

—Esta noche llegaremos un poco tarde —intervino Yoongi, como si quisiera aliviar la tensión—. Tenemos una reunión importante.

Jungkook asintió, pero no pudo evitar pensar con cierto resentimiento que esas “reuniones importantes” siempre los alejaban de casa. Se sintió un poco solo, aunque no lo demostró.

—Si necesitas algo, llámanos —añadió Hoseok, mientras tecleaba en su celular—. Solo recuerda no dormirte tarde, las horas de sueño son esenciales.

—Lo sé, lo sé… —murmuró Jungkook mientras se ponía la mochila al hombro. Quería evitar otro sermón sobre su salud y los buenos hábitos.

Hoseok lo detuvo al pasar, poniéndole una mano en el hombro. —Sé un buen chico, ¿de acuerdo? —dijo en tono serio, pero enseguida sonrió—. Y diviértete también, Jungkook. Es tu primera clase fuera de casa, disfruta.

—Lo intentaré, papá.

—Mucha suerte, Jungkook —agregó Yoongi con una sonrisa breve antes de volver a sus documentos.

Al salir de casa, Jungkook tomó aire y se quedó mirando la casa de Seokjin. Tenía un encanto diferente al resto del vecindario, un toque acogedor y un tanto excéntrico que lo hacía destacar, con un auto verde en el frente que parecía ser una extensión de la personalidad de su dueño.

Tocó la puerta y, en cuestión de segundos, Seokjin apareció, con una sonrisa cálida y vestido casualmente con jeans y una chaqueta de cuero que le daba un aire relajado.

—¡Jungkook! Bienvenido —lo invitó a pasar con entusiasmo—. ¿Ya desayunaste?

—Um... sí, pero...

—Bueno, eso no importa. Vamos a desayunar juntos de todas formas —dijo Seokjin, llevándolo a la cocina sin dejarlo protestar—. Desayunar dos veces nunca está de más.

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