Capítulo II

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Anthony no apartó la vista de Alice ni un segundo, encontraba gracioso sus cambios de expresiones instantáneos, de pronto lloraba, otras veces reía y en otras ocasiones parecía gruñir de enojo.

Después de doce horas por fin despertó de su gran sueño.

-Buenas noches Alice- saludó tierno Anthony, que aun no le apartaba la mirada- ¿Cómo te encuentras? ¿Necesitas algo?

-¡Anthony yo estoy...!- se sintió lo bastante avergonzada para terminar su frase, ya que eran palabras que realmente no quería pronunciar.

-Sedienta...- concluyó él- ¿Por qué no me lo pides? Eres cruel Alice, sabes que puedo leer tu mente, sabes perfectamente que yo te ofrecería mi sangre ¿entonces por qué te quedas callada?- Alice no respondió, la garganta le ardía y la vergüenza la atormentaba -Tonta- exclamó Anthony, se acercó a ella y la abrazó fuerte, para finalmente, poner su cuello en los rojos labios de Alice- Bebe ó ¿acaso será que has olvidado cómo usar tus colmillos? Si es así, te facilitaré las cosas...- entonces se pellizcó el cuello provocando que brotara la sangre y aun cuando Alice no quería beber de su amigo, no pudo resistirse ni un segundo más, antes de darse cuenta ya bebía frenéticamente. 12

Al mismo tiempo derramó un par de lágrimas, su esfuerzo de muchos años para evitar beber de otros, en una sola noche habían sido desperdiciados, su verdadera naturaleza se reflejaba en sus ojos que brillaban escarlata.

-Me ofendes al llorar de esa manera- le dijo ya un poco débil, pues había bebido mucho de él -puedo jurarte que llevo muchos años esperando que lo hicieras

Al oír esto y después de haberse satisfecho, alejó su boca del cuello de Anthony, la herida comenzaba cerrar lentamente, después lo miró a los ojos, el no parecía resentirla y esto la alivió.

-No me gusta que bloquees tus pensamientos de mí ¿acaso no me tienes confianza?- le reclamó apenas se recuperaba.

-Hay cosas que preferirá solo saberlas yo, además, ahora que comienzo a recordar, me da vergüenza que sepas del tormentoso pasado del que no me conociste

-¿Qué tanto recuerdas?

-A ellos...- le dijo señalando el cuadro que había visto antes de la pareja retratada -Ahora recuerdo que son mis padres, y que yo soy una Nightray, un vampiro sangre pura, por lo que también estoy a cargo de los vampiros-

-No pareces muy feliz, ¿a caso no te alegra volver?

-Mis padres han muerto, llevo una gran responsabilidad encima, ayer todavía era una frágil humana, como tu al principio...

Al decir esto último, su cara cambió por completo, parecía triste, incluso se quedó callada unos segundos. 

-No pongas esa cara, me haces sentir tan mal, te lo he dicho mil veces, no me arrepiento de ser un vampiro, además, me lastima más el hecho de ver que la que al final la que se arrepintió fuiste tú

-Esa noche, simplemente no podía dejarte morir de esa forma, mírame a los ojos Anthony Goldsmith, te cuidé durante muchos años, toda tu niñez ¿realmente me conoces tan poco como para pensar que me arrepiento de haberte convertido?

-El que cometió el error esa noche fui yo- aceptó con desilusión en la voz -sin importar que fueras tu, te ataqué y casi acabé con tu vida, aun así me defendiste ante todos y me salvaste de una muerte segura por segunda vez, estoy en deuda contigo-

-Bueno ahora estamos a mano, he bebido tanto de ti esta noche que te ves más pálido que de costumbre-

-¡Es diferente!- gritó -aquella vez me lancé sobre ti como una fiera, y tu, aun sabiendo que eras más fuerte, que podías detenerme sin ningún esfuerzo, te dejaste solo para complacer mi necesidad, después de eso, sin importar que tanto necesitaras sangre, ni que tan débil estuvieras en ocasiones, te negabas a beber de mi, como si me tuvieras asco...-

Cierta Melodía MelancólicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora