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Estudiar para mis exámenes me estaba matando. Tenía que aprobar todos para poder entrar a la Universidad de mis sueños.
Eran las 11:00 pm, estaba terminando de hacer unas pequeñas fichas de apoyo, mi familia dormía y yo era la única despierta, o eso creía, cuando sonaron unos pequeños golpes en la ventana como si fuera demasiado frágil el vidrio.
Se me hizo extraño, pues no era la hora regular en la que él me visitaba.
Levanté la persiana y abrí con sumo silencio mi ventana para dejarlo pasar, pero me di cuenta de que él tenía una mano en sus costillas, de lado derecho. Lo miré detalladamente y pude darme cuenta de que también tenía el labio partido y estaba sangrando. Él me miró con una sonrisa cansada, tratando de no tomarle importancia a sus heridas, pero podía notar fácilmente que le costaba respirar por lo que cerraba sus ojos con fuerza, soltando leves quejidos, tosiendo y su boca semi abierta.
Lo tomé de un brazo y dejé que echara su peso en mis hombros, llevándolo a mi cama.
- Hola, precio... -. Lo interrumpí poniendo mi dedo índice en sus labios.
- Shh, mis padres están durmiendo, me van a matar si se enteran que estás aquí -. Miré mi puerta, deseando que nadie lo haya escuchado.
- Oh, lo siento. Hola, preciosa -. Habló, pero esta vez con un tono más bajo como el mío.
- Luces muy mal, Nich -. Estaba preocupada por él, estaba más lastimado que la vez anterior.
Sonrió sin importancia. - Si, no pasa nada, ese lagarto se volvió más fuerte -. Tosió tratando de aguantar su dolor.
Fui directo por un pedazo de tela de mi cortina, rompiéndolo de un tirón.
- Quítate el traje -. Él trataba de tener fuerza en sus brazos, pero estaba muy cansado, por lo que tuve que ayudarlo. Puse a un lado su mochila y después lo ayudé a quitarse su traje del héroe de Nueva York. Solo hasta que mostrara su torso.
Busqué en su cuerpo sus heridas y me percaté que tenía un gran hematoma debajo de su costilla derecha y algunos rasguños en su torso definido. Pasé mis dedos delicadamente en su piel.
Tomé de mi baño una botellita de alcohol, poniendo una cantidad en la tela, pasándolo muy despacio de sus heridas, él apretaba sus labios soportando el dolor.
- Lo siento -. Lo ignoré, estaba concentrada en no lastimarlo. Pero tomó mi barbilla con sus dedos, haciéndome mirarlo.
- Se que estás molesta.
Arrugué mi frente -. ¿Por qué lo estaría, Parker? -. Hablé con sarcasmo.
- Uno, porque odias verme herido y te preocupas por mi día a día de los villanos que combato. Y dos, porque hoy es nuestro quinto aniversario de novios y no estuve contigo en todo el día, pero, por eso estoy aquí -. Lo miré con una ceja alzada y cruzada de brazos.
