Capítulo 21: La Duda Persistente

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A la mañana siguiente, Liana se despertó con una sensación de inquietud. La imagen de su sueño aún flotaba en su mente, tan vívida como si la hubiera experimentado en la vida real. Intentó convencerse de que había sido solo una pesadilla, pero algo en su interior le decía que no debía ignorarlo.

Bajó a la cocina, donde su padre estaba preparando café. Parecía cansado, con ojeras bajo los ojos y una expresión de agotamiento. Liana se mordió el labio, recordando la tristeza en su mirada en el sueño. Se sentó frente a él en silencio, observándolo con preocupación.

Él notó su mirada y frunció el ceño.

Padre: "¿Qué pasa, Liana? ¿Por qué me miras así?"

Liana bajó la vista, sin saber cómo expresar lo que sentía. No podía decirle que había soñado con su muerte sin que él la mirara como si estuviera loca.

Liana: "Anoche tuve… tuve un sueño. Fue… raro. Como una pesadilla."

Su padre suspiró, claramente cansado de lo que él percibía como “fantasías”. Sin embargo, Liana continuó, decidida a hacerle entender que había algo real en su miedo.

Liana: "Papá, en el sueño… tú… tú desaparecías. Había una sombra, algo oscuro. Te envolvía y no podía hacer nada para detenerlo. Fue tan… tan real."

Él la miró en silencio, su rostro endureciéndose con esa expresión que usaba cuando quería cortar una conversación.

Padre: "Liana, ya hemos hablado de esto. Son solo sueños. No puedes dejar que lo que pasa en tu mente te controle."

Ella sintió cómo una mezcla de frustración y tristeza la inundaba. No entendía por qué él siempre descartaba sus sentimientos, como si todo lo que ella vivía fuera una simple fantasía.

Liana: "Pero este fue diferente. Siento que… que es una advertencia."

Su padre suspiró, tomándose un momento antes de responder.

Padre: "Liana, la vida ya es bastante difícil. No necesitamos añadirle más problemas imaginarios. Quiero que dejes de pensar en esas cosas. Son solo sueños, nada más."

Ella sintió una punzada de dolor en el pecho. Él simplemente no la entendía, o tal vez no quería entenderla.

Liana: "¿Por qué no puedes escucharme solo esta vez? No estoy inventando nada. Sé que hay algo más. Lo he sentido toda mi vida. Y este sueño… fue distinto."

Su padre se frotó la frente, visiblemente irritado.

Padre: "Liana, tienes que dejar de buscar explicaciones en cosas que no existen. Solo estás confundida. Debes enfocarte en lo que está aquí, en lo que es real."

Liana se levantó de la mesa, sintiéndose herida y decepcionada.

Liana: "Si no quieres escucharme, está bien. Pero te advierto, papá, no ignores esto. Algo está sucediendo, algo que no puedo explicar, pero que no es normal. Yo… solo quería advertirte."

Sin decir más, se dio la vuelta y salió de la cocina, dejando a su padre sumido en sus pensamientos. Liana se encerró en su habitación, tratando de calmar la tormenta de emociones que la abrumaba. Se sentía frustrada, asustada y cada vez más sola. Sabía que había algo oscuro acercándose, y la indiferencia de su padre solo la hacía sentir más vulnerable.

Aquella noche, antes de dormir, Liana decidió escribir en su diario sobre el sueño. Sabía que era una forma de organizar sus pensamientos y, tal vez, encontrar algún tipo de guía. En su interior, algo le decía que ese sueño era una advertencia de algo que estaba a punto de suceder.

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