|Capítulo 14|

1K 49 14
                                    


AMAIA

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

AMAIA.

Me llevo las manos a la cabeza, enterrando mis dedos en el pelo mientras no hago más que moverme de un lado a otro. No puedo creer que el autobús se haya ido sin nosotros, como tampoco me entra en la cabeza cómo es que no se dieron cuenta de que dos de sus alumnos faltan en ese vehículo antes de marcharse.

Me encuentro en shock.

No sé cuánto tiempo ha pasado, mi mente sigue en blanco y me encuentro lo bastante paralizada para no saber qué decir en este momento. Estoy en medio de la nada; un lugar donde no pasa ni un alma por aquí. Quiero pensar que esto es una broma de muy mal gusto, pero cada minuto que pasa, esto cada vez se vuelve más real.

Cuando empiezo a pensar con claridad, lo primero que se me viene a la cabeza es la competencia que comenzará en unas pocas horas. Mis pasos aumentan de velocidad, dándome cuenta de la gravedad del asunto. La desesperación empieza a correr lentamente por mis venas y ni siquiera hago nada por controlarme.

Maldigo para mis adentros, me froto una mano en la cara, tratando de calmarme y ver algo positivo en todo esto pero no encuentro nada que me quite esta angustia. No hay absolutamente nada positivo cuando en juego está mi competencia y ahora me encuentro a kilómetros lejos de la ciudad, sin saber qué debo hacer.

Las maldiciones de Giovanni en italiano interrumpen mis pensamientos y recuerdo que no estoy sola en una gasolinera. Detengo mis movimientos para verlo caminar de un lado a otro con el móvil en la mano.

Cada que intenta llamar a alguien sin éxito alguno , una maldición sale de sus labios. Una molestia iracunda le cubre sus ojos, no se si sea por el hecho de que el autobús lo haya abandonado, o que lo hayan abandonado conmigo, dejándonos en una gasolinera que puede explotar en cualquier momento entre tanta tensión llena de aversión y palabras despectivas.

Se pasa una mano por el pelo, hastiado. Las aletas de su nariz se expanden al exhalar violentamente y por un momento pienso que lanzará el móvil al suelo.

—Malditos ineptos —gruñe molesto mientras vuelve a colocar el móvil en la oreja, sin éxito alguno.

Los insultos que salen de su boca me están poniendo cada vez más intranquila. Empleo mi caminata sin rumbo alguno donde solo me dedico a dar vueltas mientras vuelvo a hundir los dedos en mi cabello para exigir un poco de paciencia que me está arrebatando el hombre a mi lado. Ellos deben volver. Tienen que volver cuando se den cuenta de que nosotros no estamos en el vehículo.

Trato de relajarme, o al menos, mantener el control para no hacer algo estúpido. Escuchar a Giovanni maldecir constantemente está interrumpiendo mi intento de concentración y me está poniendo los pelos de punta. Tomo una respiración profunda para tener las ideas claras, sin sobre pensar más de lo necesario, cosa que me es imposible.

Tentación ProhibidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora