Capítulo VII.- Dulce Venganza

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—¿Y que hay de lo que tú quieres? Suguru — la pregunta fue un susurro, tan cerca que podía sentir el aliento en su piel.

El autocontrol que había mantenido comenzó a resquebrajarse, y un impulso lo llevó a cerrar los ojos, rindiéndose al deseo. Suguru se acercó buscando el roce que estaba intentando evitar.

Compartieron un suave beso, que poco a poco fue cargándose de intensidad. Sin separarse, (...) se sentó sobre Suguru, él acarició su mejilla trazando un recorrido lento que la hizo estremecer.

Justo en ese momento el teléfono de Suguru comenzó a vibrar. Se detuvo un momento y dio un vistazo rápido "Llamada entrante: Satoru Gojo".

Un susurro en su interior le pedía que atendiera la llamada, que se alejara de la situación y que hiciera lo correcto. Pero por primera vez decidió ser egoísta y colgó la llamada, recordando las palabras de su amigo como si eso lo liberara, "Sal con ella, ya no me importa... Lo que pasó, pasó".

Sin más dudas dejó su teléfono a un lado, las dudas se desvanecieron cuando sus labios se encontraron, en un beso que era al mismo tiempo liberación y condena.

Aquel beso fue como una chispa en la pólvora, que encendió un fuego incontrolable. Suguru había decidido dejarse llevar, subió sus manos por debajo de la holgaba blusa de su compañera acariciando su espalda.

El momento fue interrumpido por el sonido de varios mensajes de Satoru. Cada mensaje lo hacía dudar más y (...) comprendió lo que ocurría.

"¿Estás ocupado, necesito hablar contigo?"

"Crees que puedas hablar con (...), ya sabes hacerla entrar en razón. Estoy seguro de que te escuchará"

Deslizó su mano con suavidad, quitándole el teléfono de las manos y dejándolo de lado, sobre la mesa.

—Ignóralo —dijo (...) con suavidad mientras se quitaba la blusa —Ahora solo estamos tú y yo.

Suguru suspiró sintiendo una punzada de culpa. Cerró los ojos para volver a besarla, atrapado entre el deseo y la culpa. Deslizó sus manos por la espalda de (...), embriagándose en el aroma de su perfume. Con cada caricia, cada susurro, se perdía más en ella, olvidando su lealtad, olvidando las consecuencias.

"Amigo, creo que quiero volver con ella. No puedo olvidarla"

—Suguru~

La tenía atrapada en sus brazos, con suavidad la tumbó en la cama. La noche avanzó entre un vaivén de emociones y suspiros, sus cuerpos se encontraron en una íntima complicidad.

—No tienes idea de cuánto he pensado en esto... en ti — murmuró —

(...) acarició su rostro con suavidad, trazando el contorno de su mandíbula mientras le sonreía, sus labios se encontraron de nuevo en un profundo y entregado beso.

—Dime si quieres que me detenga —susurró, con voz ronca mientras se dejaba entregar por completo al momento.

A la mañana siguiente, mientras los rayos del sol comenzaban a filtrarse por la ventana. Suguru abrió los ojos, (...) estaba profundamente dormida a su lado.

Se levantó con cuidado para no despertarla, tomó su teléfono de la mesa para revisar sus mensajes. El remordimiento volvió a él, cuando le leyó los últimos mensajes de su amigo.

"Sé que esto no es algo que haría yo, pero quiero volver con ella. Ayúdame a convencerla"

—Mierda.


En la escuela de hechicería, unas horas antes, Satoru caminaba de un lado a otro, su impaciencia crecía con cada llamada sin respuesta. No muy lejos lo observaba Mei Mei con una expresión desdeñosa, una ligera sonrisa curvándose en su rostro mientras veía la creciente preocupación en el rostro de Gojo.

—Ya lo atrapó —dijo Mei Mei con indiferencia cargada de intención — No hay nada que puedas hacer, Satoru.

Satoru la miró confundido al principio. Pero luego, como si una pieza en su mente encajara de golpe, lo comprendió. Una sensación de traición lo inundó.

—¿Le ayudaste a despertar esa oscuridad? —gruño mientras sujetaba su brazo para detenerla —

Mei Mei soltó una risa, como si su enojo fuera insignificante. Con un movimiento brusco soltó su brazo.

—Yo no hice nada, no fue necesario — respondió cortante — Fuiste Tú. Tú la empujaste a esto, sabías que era cuestión de tiempo y no te importó, te metiste con cuanta mujer se te puso enfrente sin pensar en las consecuencias —

Satoru abrió la boca para responder, pero Mei Mei no le dio oportunidad.

—Yo estuve allí — continuó, su voz reflejaba amargura y enojo —Cada vez que lloraba por ti, cada vez que se aferraba a la idea de que valías la pena. Pero al fin se dio cuenta que solo eres un idiota.

Satoru volvió a marcar al teléfono de Geto pero no hubo respuesta.

—¿Por qué haces esto? — Satoru la miró frustrado — Él es mi mejor amigo, porque lo involucraron — su voz se quebraba.

—Exacto, Suguru es tu mejor amigo... Pero alguna vez te has detenido a pensar en que necesitan los demás — respondió Mei Mei — Quizá es hora de que dejes de pensar en lo que tú necesitas —

Y con esas palabras, lo dejó solo en el jardín, sumido en un vacío de una comprensión dolorosa. Entendió que ya no había marcha atrás. Y que todo eran las consecuencias de sus actos y no podría escapar.




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Veneno y Miel (Gojo x lectora x Geto)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora