Fragmentos

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El rumor sobre la posible redención de Sir Pentious se extendió rápidamente entre los ángeles del Cielo. Cuando llegó a oídos de la nueva lider de los excorsitas, su reacción fue de indignación; no podía concebir cómo alguien como él podría ser considerado digno de una segunda oportunidad. Su corazón ardía de rabia contenida mientras caminaba con paso firme hacia la sala del Consejo Celestial.

Al llegar, la escena era casi surrealista. Aquel demonio estaba allí, rodeado del consejo celestial que lo miraban con diferentes expresiones, desde desconcierto hasta compasión. Emily, la serafín menor, observaba con una mezcla de esperanza y serenidad, mientras que Sera, la serafín mayor, permanecía más neutral, aunque algo en sus ojos sugería que estaba de acuerdo en obedecer las decisiones superiores, aunque no estuviera completamente convencida.

Sir Pentious se veía fuera de lugar, tratando de mantener la compostura, aunque su nerviosismo era evidente. Al ver a Lute entrar, retrocedió un paso, levantando una mano como en señal de paz.

-E-eh... buenas, señorita Lute -dijo con una risa nerviosa-. Creo que podemos hablar de esto... con calma.

Lute entrecerró los ojos, cruzando los brazos y sin apartar su mirada de él.

-¿Hablar? ¿ Qué clase de mierda tendría que hablar yo con una basura como tu? -espetó, sin ocultar su desprecio-. No puedo creer que el Consejo esté considerando dejar entrar aquí a alguien como tú.

Antes de que el pudiera decir algo, la serafín menor intervino, manteniendo la calma.

-Lute, Sir Pentious ha mostrado una disposición genuina para cambiar. Los altos mandos creen que él merece una oportunidad de redimirse.-

Pentious asintió rápidamente, con una expresión de súplica en su rostro.

-¡Sí, sí, exactamente! -exclamó, tratando de sonar convincente. -Yo... estoy arrepentido. He cambiado, ¿verdad? -miró a Emily en busca de apoyo, mientras su mirada iba de un lado a otro con evidente nerviosismo. -No quiero causar problemas, solo... busco una vida tranquila.

La peliblanca soltó una risa amarga, que resonó en la sala.

-¿Tranquila? Lo que tú buscas es aprovecharte de la generosidad del Cielo -dijo, mirando a Sera. -¿En serio, Sera? ¿Vamos a dejar que cualquiera venga y diga que quiere redimirse? ¿Esto es lo que somos ahora?-

Sera mantuvo su postura firme, aunque su voz mostró un leve cansancio.

-Lute, no es nuestra tarea cuestionar las decisiones de los altos mandos. Nuestra misión es acatar sus juicios, aunque no siempre los comprendamos.-

-¿Acatar sin cuestionar? -Lute alzó la voz, su furia contenida empezando a desbordarse.
- ¿Esperas que ignoremos el peligro de permitir que los pecadores entren al Cielo solo porque han mostrado una supuesta "disposición a cambiar"?-

Emily intentó calmar la tensión, su tono suave y conciliador.

-Lute, entiendo tu preocupación, pero juzgar a alguien solo por sus errores pasados no es el propósito de nuestra labor. Sir Pentious ha ganado una oportunidad, y no deberíamos negar algo tan esencial como el perdón.-

Pentious asintió frenéticamente, con una sonrisa nerviosa y las manos alzadas en un gesto de inocencia.

-Sí, sí, lo prometo, no causaré problemas. Solo quiero... un lugar tranquilo donde... bueno, no me persigan todo el tiempo.-Su voz se volvió temblorosa. He tenido suficiente de... bueno, caos, digamos.

Lute le lanzó una mirada fría, escéptica.

-¿Crees que puedes engañarnos con tus palabras? He visto lo que personas como tú son capaces de hacer. No tienes derecho a estar aquí, y no pienso quedarme de brazos cruzados mientras el Consejo permite que esto suceda.-

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