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Título: Sombras y Corazones

Advertencia: es medio triste

Edades: ambos tienen 17 años

Recomendación: si eres sensible, ten pañuelos cerca.

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Gotham estaba tranquila, por una vez. La lluvia había cesado, pero las nubes oscuras seguían cubriendo el cielo, como si la ciudad misma nunca pudiera escapar del peso de su historia. En un rincón menos visible de la ciudad, más allá de las luces y el bullicio, Damian Wayne caminaba por una azotea solitaria, observando el horizonte con una expresión seria, propia de un joven que nunca tiene tiempo para la paz.

Esa noche, sin embargo, no era como las demás.

Alguien lo observaba desde las sombras.

—¿Siempre tan melancólico, Robin?— La voz lo sacó de sus pensamientos, y por un momento, pensó que era una broma cruel del destino: escuchar esa voz a esa hora en ese lugar.

—¿Y tú siempre tan ruidosa, Marina?— respondió Damian sin volverse. Su tono era cortante, pero con una pequeña sonrisa juguetona que apenas se notaba. Sabía que ella lo había estado observando, pero la joven Marina era... difícil de ignorar.

Marina era su compañera ocasional en algunas misiones de Gotham, una joven de su misma edad, entrenada en combate por su propio padre, un ex-soldado que había tenido que esconder su identidad bajo la fachada de un civil común. No era parte de la "liga", ni mucho menos una "justiciera" oficial, pero su habilidad para moverse en las sombras y su rapidez en los combates la convertían en alguien peligrosa y fascinante.

—Estoy aquí para ayudar, si lo necesitas.— dijo ella, acercándose con la calma de alguien que no se deja intimidar por la fría mirada del hijo de Batman.

Damian arqueó una ceja, sin volverse. Sabía que su orgullo lo llevaría a rechazar la ayuda, pero no lo hizo. No esa vez. No cuando algo en el aire le decía que esta vez podría ser diferente.

—¿Y por qué habría de necesitar tu ayuda?—preguntó, sin desviar la mirada de las calles de abajo. Sin embargo, Marina pudo ver la tensión en su postura. Había algo que lo molestaba, algo que no podía dejar ir.

—Porque a veces la fuerza no lo es todo.—respondió Marina, caminando hacia él. Se detuvo a su lado, también observando Gotham. —Y porque tú no eres tan invencible como crees.—

Damian la miró de reojo. Marina era la única persona capaz de ponerlo de esa manera. De desafiarlo sin temor a la consecuencia. Era desconcertante. Y, a su manera, le gustaba.

Ambos se quedaron en silencio durante unos momentos. La ciudad, con todos sus vicios y problemas, seguía adelante, ajena a las batallas que se libraban en las alturas. El viento soplaba fuerte, pero ninguno de los dos se movió. Había algo en el aire que los mantenía conectados, algo que no se decía pero se entendía.

—¿Alguna vez te has preguntado si deberíamos tener algo... más?— preguntó Marina de repente, su voz más suave, más vulnerable que de costumbre.

Damian frunció el ceño, la pregunta tomando su mente por sorpresa. —¿Más? ¿Qué quieres decir con eso?— Su tono no era de confrontación, pero sí de confusión. No estaba acostumbrado a este tipo de preguntas.

Marina dio un paso más cerca de él, mirando sus ojos con una mezcla de curiosidad y... algo más. Algo que Damian no podía identificar completamente. —No hablo de ser una pareja en el sentido tradicional.— explicó. —No te estoy pidiendo que cambies tu vida por mí. Solo... que quizás, por una vez, puedas dejar de lado la sombra de tu padre y ver las cosas desde otro ángulo.—

Damian no respondió de inmediato. La idea de "dejar de lado" a Batman era difícil de aceptar, incluso en sus pensamientos más privados. Bruce siempre estaba allí, vigilante, esperando más de él. Pero Marina no lo estaba presionando. Solo le hacía una invitación silenciosa a explorar algo que no tuviera que ver con ser Robin, con ser el hijo de Bruce.

—Yo...— Damian comenzó a hablar, pero las palabras se le atoraron en la garganta. No era que no quisiera responderle. No era que no la entendiera. Es que, de alguna manera, no sabía cómo.

Marina sonrió suavemente, como si hubiera anticipado la respuesta, o la falta de ella. —Está bien, Damian. No tienes que decir nada ahora. Pero algún día, quizás, podrás escuchar algo que no sea el llamado de la Batcueva.—

Damian la miró, sus ojos brillando con una intensidad que solo ella podía leer. —Quizás.—murmuró finalmente. —Quizás... algún día.—

La tensión en el aire se desvaneció por un momento, y aunque ninguno de los dos lo dijera en voz alta, ambos sabían que algo había cambiado. No era el comienzo de una relación, pero sí el primer paso hacia un entendimiento más profundo. Marina lo había desafiado a mirar más allá de las sombras, y aunque no estaba listo para admitirlo, había algo en ella que comenzaba a derribar sus barreras.

—Te estaré observando, Damian.— dijo ella con una sonrisa ligera, girándose hacia la oscuridad de la noche.

—Lo sé.— respondió él, aunque su voz era más suave que de costumbre. —Y tú... mantente fuera de problemas.—

Con un último vistazo, Marina desapareció entre las sombras, dejando a Damian solo con sus pensamientos. Y aunque Gotham seguía siendo la misma ciudad oscura y peligrosa, algo había cambiado para él en ese momento. La vida no era solo un juego de sombras y luces. A veces, también se trataba de los pequeños momentos de conexión humana.

Y quizás, solo quizás, se estaba empezando a dar cuenta de que no siempre tenía que luchar solo.

Fin.

One Shots BatifamiliaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora